Los rebecos cantábricos (Rupicapra rupicapra parva) entran en celo a finales de octubre o principios de noviembre. Los machos que suelen ser solitarios durante el resto del año buscan a los rebaños de hembras y crías y van formando harenes que defienden frente a los machos rivales. Este otoño esta siendo más cálido y seco de lo normal y en las cumbres más altas de los Picos de Europa aun no ha caído ni una gota de nieve cuando el año pasado a estas alturas ya había nevado un par de veces.
Los rebecos realizan migraciones altitudinales que los llevan a las cumbres durante la primavera y el verano y a las partes más bajas en otoño, no siendo raro encontrárselos en el interior de los hayedos durante los temporales del invierno. En estas fechas es normal que los grupos de hembras hayan descendido a cotas más bajas, pero debido a las altas temperaturas de este año muchos animales aun permanecen por encima de los 2000 metros.
Ayer mismo aun se veían varios ejemplares pastando en las camperas de Liordes (Valdeón) que se encontraban completamente agostadas debido a la sequía. De repente paso muy cerca de nosotros un par de machos persiguiéndose, estaban tan encelados que ni se fijaron en nosotros. Uno de ellos acorraló al otro entre dos rocas y lo mantuvo allí durante un rato, atacándolo con los cuernos en repetidas ocasiones hasta que pasados unos minutos y por aburrimiento abandonó el lugar. Hasta pasados un par de minutos no reapareció el macho vencido y se fue corriendo en la dirección opuesta al vencedor.
Una vez que se forman los harenes, que suelen oscilar entre 3 y 10 hembras, los machos las vigilan continuamente y persigen a cualquier macho competidor que se acerque. Los machos dominantes se suelen colocar sobre rocas elevadas desde las que pueden controlar a las hembras sin dificultad y a su vez se hacen visibles a los posibles competidores.
Durante esta época, los machos desarrollan las glándulas supraorbitales que segregan una sustancia con la que marcan su territorio. Para ello restriegan esa zona contra los arbustos que de esta forma quedan impregnados con un olor almizclado que delatará su presencia al resto de machos.
El celo dura dos o tres semanas después de las cuales los machos habrán perdido gran parte de las reservas acumuladas durante el verano, por lo que aquellos que no estén en buena condición física tendrán muchas posibilidades de morir durante el invierno. Las hembras habrán gastado muchas menos reservas que los machos, lo que será de gran ayuda para aguantar una gestación de cinco meses durante la época más dura del año. La mayoría de los partos se producen entre finales de marzo y principios de abril, cuando ya se empiezan a retirar las nieves de las cumbres dejando despejadas las camperas y los pastos de altura.
Qué bonitas fotografías.
ResponderEliminarYo he tenido la suerte de cruzarme con alguno pero no me ha dado tiempo ni a verlos casi, salen como un rayo estos duendecillos del bosque cantábrico en cuanto te ven.