Faisán común (Phaisanus colchicus) en el Cabu Peñes (Asturies)
Hay algunas especies de aves que desgraciadamente para ellas siempre se han asociado a la actividad de la caza. Esta asociación llega a tal extremo que incluso en algunas guías se hace una clasificación no taxonómica en la que se las incluye dentro del grupo de "aves de caza", como si hubieran evolucionado exclusivamente para darles gusto a los cazadores.
Muchas de estas aves, como es el caso de los faisanes, han sido introducidas hace siglos en Europa procedentes de Asia y aunque en algunos países como Gran Bretaña han dado lugar a poblaciones asilvestradas que se mantienen por si sólas, en España suelen ser soltados unos días antes de que empiece la temporada de caza. La mayoría de ellos mueren el primer día, incapaces de defenderse después de pasar toda su vida encerrados en una jaula, abatidos por los miles de cazadores que después del parón veraniego salen al campo con ganas de sangre y pluma. En Asturias sólo hay unos pocos lugares en que han logrado formar pequeñas poblaciones reproductoras, como el Cabu Peñes o la rasa de Tapia, aunque su esperanza de vida no creo que llegue al año.
Perdiz roja (Alectoris rufa) en el Cabu Peñes (Asturies)
Otras especies, como la Perdiz roja (Alectoris rufa), aunque tiene poblaciones nativas en nuestro país son suplementadas con miles de ejemplares todos los años procedentes de granjas de cría intensiva. En muchos casos se sueltan sin ningún control subespecies e incluso especies similares, como la Perdiz griega (Alectoris graeca) o la Perdiz chukar (Alectoris chukar) que pueden llegar a hibridarse con la perdiz nativa lo que es un importantes problema para la viabilidad de la especie.
Qué triste ser un ave de caza y que sólo te reconozcan por ser carne de cañón.
En el pueblo de la mi muyer, en Llanes, también hicieron suelta. Una pareja sobrevivió en verano y prestaba asgaya velos todos los días por los praos. La siguiente temporada de caza, nos dijeron adiós y nunca más supimos de ellos, supongo que hoy vivirán en algún arcón congelador o habrán tenido un viaje pasado por cazuela. Una historia triste y penosa. No veo yo el gustu de cazar algo que-y das hasta con u gomeru, porque los probes no escapaben ni queriendo.
ResponderEliminarToño
Pues sí... ¡que triste!
ResponderEliminarOs dejo un post que escribí hace ya tiempo en mi blog sobre las señoras perdices y el problema de la hibridación por si os apetece leerlo ;P
http://www.alchata.es/?p=678
¡Un saludo, majo!
Hola Toño,
ResponderEliminarsi, en la zona de Llanes, por Andrín, me acuerdo que había algunos asilvestrados que llegaron a criar, pero pocos duran de un año a otro.
María, ya vi tu post, y como dices es un problema muy gordo al que normalmente nadie hace caso.
un saludo
De todas formas, deberíamos rendir un homenaje a esas pobres gallinas que dan su vida para que algunos "humanos" colmen sus ánsias de sangre y así dejen en paz a otras aves salvajes. Cuando no hay caza, hasta a las señales de tráfico les disparan.
ResponderEliminarLo verdaderamente triste es tener que alimentar una afición que debería desaparecer, para que algunos hagan negocio y otros diriman sus fustraciones matando seres indefensos. Eso ya lo dice todo.
Laureano Álvarez