domingo, 27 de febrero de 2011

Sapos parteros mas acá de Orión

Hace unos pocos días hablaba en este blog de Júpiter, el planeta gigante que parecía seguirme por las noches. Pero entre los astros y constelaciones que podemos ver durante el invierno en el hemisferio norte, la protagonista indiscutible es Orión, que destaca en la noche por su gran tamaño y por su forma característica.

Si nos fijamos un poco, sin necesidad de prismáticos, podremos ver que la estrella que se encuentra en la parte superior izquierda de esta constelación es distinta que las otras, sobre todo porque su color es más anaranjado mientras que las otras estrellas principales son blancas. Esta estrella diferente es Betelgeuse y su color anaranjado se debe a que se trata de una supergigante roja, que se encuentra en las últimas fases de su vida, poco antes de transformarse en una supernova y desaparecer. Aun falta un millón de años para que eso ocurra (aunque en tiempo astronómico sean unos pocos minutos), pero recientemente, los astrónomos han comprobado que en los últimos 15 años, Betelgeuse ha menguado significativamente de tamaño sin saber exactamente el motivo.

Sirio y Orión sobre una cantera abandonada

El jueves pasado había estado despejado durante todo el día por lo que aproveché para acercarme al oscurecer a una cantera abandonada a ver si conseguía cazar a Orión. Había estado allí hacía unos días y había imaginado el sitio por el que aparecería. Y efectivamente allí apareció, escoltado por Sirio, la estrella mas brillante que podemos ver desde la Tierra.

Mientras montaba el trípode y ajustaba los parámetros de la cámara oí un ruido familiar, un tui tui que hacía ya unos cuantos meses que no escuchaba y que no había sentido hacía una semana cuando estuve en ese mismo sitio. No había duda de que se trataba de un sapo partero, el primero que oía este año. Para los que no los conozcáis, los sapos parteros son unos anfibios muy especiales, ya que los machos transportan y cuidan los huevos que pone la hembra hasta que hacen eclosión.

Macho de partero recogiendo la puesta de la hembra

No es nada fácil encontrar a una pareja en el momento de la puesta, de hecho, en mas de 15 años pateando el monte de noche sólo los encontré una vez. Después de la puesta, la pareja se separará y el macho llevará enredado entre sus patas traseras el cordón de huevos hasta que cuando los renacuajos estén a punto de eclosionar se acerque al agua para liberarlos.

Pues esa noche los pequeños parteros, quizás animados por las suaves temperaturas, salieron de su amodorramiento invernal y empezaron a cantar para atraer a las hembras. Primero fue uno, luego le siguió otro y otro mas, y al cabo de una hora la cantera se había convertido en una orquesta donde varios cientos de machos competían entre sí para ver quien tenía el canto mas potente. Para los que no hayáis escuchado un coro de parteros os animo a que afinéis el oído y os déis un paseo por el monte en una noche de primavera, no os defraudará. Si encendéis los altavoces podéis escuchar uno de estos cantos en este enlace.

Poco mas se le puede pedir a una noche de febrero.

jueves, 24 de febrero de 2011

Migrar o quedarse quieto, esa es la cuestión

Zorzal alirrojo (Turdus iliacus)

Todos los años billones de aves emigran desde los lugares de reproducción a los de invernada al llegar el otoño, realizando el viaje inverso en primavera. Este viaje, que en ocasiones cubre distancias de varios miles de kilómetros, requiere un enorme gasto energético, por lo que estas aves, algunas de menos de 10 gramos de peso, deben dosificar sus energías para no morir en el intento.

La gran mayoría de estas migraciones son cubiertos en varias escalas, parando cada cierto tiempo a alimentarse y descansar. Pero esas paradas no se realizan en cualquier momento sino que las aves deben tener muy en cuenta el momento el que se deben parar y cuando deben reanudar el viaje.

En el año 2003, el grupo del Dr. Martin Wikelski, de la Universidad de Princeton, publicó un trabajo en la revista Science en el que mostraban los resultados de un estudio sobre los costes de la migración en aves, pero por primera vez se realizó con aves salvajes y libres durante su viaje migratorio, concretamente con dos especies de zorzales (Cathaurus ustulatus y C. guttatus).

(a) Relación entre duración del vuelo y energía consumida, (b) relación entre temperatura ambiental y energía consumida. Puntos rojos: migración activa; puntos verdes: paradas

Los resultados indicaron que como era previsible cuanto mas tiempo llevaban volando ininterrumpidamente el gasto energético acumulado era mayor. Lo que no era tan previsible era que cuando las temperaturas eran bajas durante la noche (8ºC o menos), los gastos energéticos necesarios para mantener la temperatura corporal constante en los zorzales que permanecían quietos, eran comparables a los de los zorzales que realizaban un vuelo de dos horas y media de duración (figura b). Tal como se ve en la figura c, el gasto energético se reducía considerablemente al aumentar la temperatura ambiental.

Este trabajo ponía de manifiesto la importancia de las condiciones meteorológicas durante la migración y los compromisos que deben afrontar las aves durante este viaje para sobrevivir. Parece evidente que si la temperatura desciende bruscamente, a las aves les es más rentable, energéticamente hablando, salir volando en busca de un lugar mas templado que quedarse quietas en el sitio esperando a que mejore.

Wikelski M, Tarlow EM, Raim A, Diehl RH, Larkin RP, & Visser GH (2003). Avian metabolism: Costs of migration in free-flying songbirds. Nature, 423 (6941) PMID: 12802324

martes, 22 de febrero de 2011

Paisajes marcianos

Hacía media hora que había oscurecido y las luces de la ciudad cercana teñían de naranja las nubes y el paisaje. En medio de una explanada, en la cima de una pequeña montaña, se levantaba una enorme estructura de más de 30 metros de altura. Tan fuera de lugar como un barco en el desierto, se mantenía en pie sobre sus siete pares de patas como si hubiera aterrizado en silencio y nadie se hubiera dado cuenta de su presencia.


Cuatro tramos de escaleras se habían desplegado por la parte de atrás y cien empinados peldaños separaban el suelo de los pisos más elevados. Allí arriba se abrían unos grandes ventanales que rodeaban completamente el perímetro de la extraña estructura. Desde esa altura se podía controlar todo lo que ocurría alrededor, incluso a esos raros animales que se esconden durante el día y que aprovechan las horas del crepúsculo para salir a estirar la cabeza.


Ya era más de media noche, pero las nubes seguían reflejando la luz de la cercana ciudad creando un ambiente fantasmagórico que no presagiaba nada bueno. Cuando estaba a punto de marcharme, observé las luces de un coche que subía por la pista a gran velocidad. Me escondí detrás de unos arbustos y cuando llegaron a mi altura pararon el motor. Después de unos segundos interminables , se abrieron las puertas y salieron cuatro personas que sin encender ninguna linterna recorrieron el trayecto hasta la estructura como si ya lo hubieran hecho cientos de veces. Pude ver como se dirigían hacia la parte de atrás y me pareció que empezaban a subir las escaleras uno detrás de otro.

Esperé unos segundos, salí de mi escondite y me fui corriendo al coche que había aparcado unos metros mas abajo. Lo dejé caer en punto muerto y no arranqué el motor hasta que ya no veía por el retrovisor la extraña estructura. Mientras bajaba por la pista noté una especie de vibración y al mirar hacia atrás vi el cielo de un color aun más naranja que antes.

Esa noche casi no pude dormir. A la mañana siguiente, poco después de que hubiera amanecido, volví de nuevo a la explanada en la cima de la pequeña montaña. No había ni rastro de la extraña estructura, el cielo había recuperado el color gris de los últimos días y el coche que habían aparcado la noche anterior ya no estaban. 

Sólo una tolva en ruinas rompía la monotonía del paisaje, una de esas tolvas que se usaban hace años para cargar las rocas de las canteras. Nada más que eso.

NOTA: Os aconsejo que hagáis click en las fotos para ampliarlas.

domingo, 20 de febrero de 2011

Un nuevo Ampelis en Asturies


No hay ninguna duda de que este año es el año del Ampelis (Bombycilla garrulus). Ayer, Ismael García-Rovés vio un ejemplar en Avilés (Asturies) que se alimentaba en unos setos de espineras (Crataegus monogina) que rodeaban un polideportivo. Esta es la tercera cita de la especie en este invierno, casualmente las tres en Asturies (1 ejemplar en Proaza, 2 ejemplares en Payares y este de Avilés).


Hoy por la mañana me acerqué a ver si había mas suerte que con el ejemplar de Proaza, y nada mas llegar vi a unos cuantos conocidos que con prismáticos y telescopios miraban hacia unos arces cercanos. Allí estaba, se trataba de una hembra joven que no paraba de emitir su reclamo característico. Al poco tiempo se fue volando hacia las espineras, comió unas bayas y volvió de nuevo a los arces. Este comportamiento lo repitió continuamente durante las dos horas que estuve allí, estaba totalmente aquerenciada a la zona, de la que no se separaró más de 200 o 300 metros. Es probable que permanezca allí hasta que termine el alimento. Curiosamente, cuando vi a esta especie por primera vez, durante los años que estuve en Glasgow, siempre fue en zonas urbanas con la única condición de que hubiera setos vivos con abundantes bayas.

sábado, 19 de febrero de 2011

Siempre Júpiter


Hay veces que salgo a la calle y me da la impresión que me cruzo continuamente con las mismas personas, vaya por donde vaya me las encuentro. Otras veces pasan meses o incluso años sin que las vuelva a ver, hasta que de repente vuelven a aparecer.

Últimamente me está pasando esto con Júpiter, que está en un universo infinito a 590 millones de kilómetros de donde vivo, pero que desde hace meses no paro de encontrármelo, como si fuera un vecino cotilla. En los días de invierno, cuando oscurece temprano, al salir de trabajar  miro al cielo y ahi está, incluso lo veo a través de las nubes. Si voy al monte de noche, aparece y se esconde entre los picos de las montañas mientras voy caminando. Si me voy de viaje o de fin de semana siempre me lo encuentro. Ni la luna mas llena lo oculta sobre el cielo de las ciudades más iluminadas.

Últimamente sale cada vez menos, sólo entre las 7 y las 9 de la noche y dentro de poco mas de un mes se esconderá y pasarán unos meses hasta que vuelva a aparecer en el horizonte, pero seguro que no falla a su cita.

jueves, 17 de febrero de 2011

Cara de mala


Hace unos días que no salgo al campo, entre el mal tiempo y las clases, llevo 15 días en los que apenas me puedo escapar ni media hora a airearme un poco. Así que en algún momento de descanso, en vez de salir, intento viajar con la imaginación y me dedico a ordenar algunas fotos que llevaban meses o incluso años perdidas en carpetas de las que ya ni me acordaba.

En una de estas carpetas me encontré con esta foto de una gaviota sombría (Larus fuscus), una de las gaviotas que son tan abundantes durante el invierno como escasas durante la reproducción, ya que sólo unas pocas parejas se seproducen en la costa gallega (muchas de ellas hibridándose con gaviotas patiamarillas) y alguna pareja que esporádicamente hace lo propio en Asturies.

Mientras miraba la foto, hecha en febrero de hace un par de años en la playa del Rinconín, en Xixón (Asturies), me llamó rápidamente la atención la expresión de la gaviota, esa comisura alargada, ese gesto altivo y agresivo que le daba su marcada ceja y que se acentuada por las plumas negras características del plumaje invernal. No hay duda de que si tuviera que decir algo diría que tiene cara de mala leche (haced click en el foto para verla mejor).

De lo que no hay duda de que tengo que salir a ventilarme.

sábado, 12 de febrero de 2011

Echándose una siestecita


Con la marea alta y la arena completamente cubierta de agua no hay muchas cosas que pueda hacer un correlimos tridáctilo en una tarde de invierno. Mientras las olas rompían sobre las rocas, cinco de estos pequeños limícolas descansaban tranquilamente, aparentemente ajenos a lo que ocurría a su alrededor. Sabían perfectamente que en pocas horas la mar se retiraría de nuevo, dejándoles toda la playa para ellos. Entonces podrían alimentarse hasta hartarse de los gusanos y pequeños invertebrados que forman parte de su dieta.


Pero hasta ese momento no hay nada mejor que echarse un sueñecito, pero siempre con un ojo abierto, por si acaso son ellos los que acaban formando parte de la dieta de otros.

miércoles, 9 de febrero de 2011

La luna cencienta


Hace un par de días se pudo ver perfectamente a la luna cenicienta. Este fenómeno se produce durante los primeros días del ciclo lunar, cuando sólo una parte muy pequeña de la luna está iluminada por el sol y la otra parte aparece de un color gris ceniza, como si se estuviera produciendo un eclipse. Lo que ocurre realmente es que en ese momento la luna se encuentra doblemente reflejada, la parte mas luminosa es el reflejo directo del sol y la parte grisacea es la parte iluminada por el reflejo del sol sobre la Tierra, o sea que la luz incide sobre la Tierra y se refleja sobre la luna (y a su vez esa luz vuelve a reflejarse sobre nosotros dando ese color grisaceo). Se da la casualidad de que los ciclos de la luna y de la Tierra son opuestos, de forma que cuando desde la Tierra vemos luna llena, si estuviéramos en la luna veríamos Tierra nueva.

En la Edad Media se llegó a decir que la luz del Sol era tan intensa que llegaba a atravesar la Luna, como si esta fuera traslucida. Fue Leonardo da Vinci, el que logró descifrar el misterio y lo explicó en varios dibujos y diagramas recopilados en su Codex Leicester.

Casualmente, Frikosal en su estupendo blog, que no me cansaré de recomendar que visiteis, también se fijó ayer mismo en la luna cenicienta y le hizo una foto con mas detalle. ¿Cuantos de vosotros la visteis también?

martes, 8 de febrero de 2011

Dos millones de pájaros

Atardecer en el monte Gorbea (Bizkaia)

Hace unos días os hablaba en este blog del gigantesco dormidero de estorninos que se encuentra a las afueras de Uvieo y de cómo algunas aves rapaces se beneficiaban de esa inmensa concentración de presas para buscarse la cena.  Pues la semana pasada, aprovechando que me tenía que acercar por Euskadi a muestrear ranas aproveché para acercarme a otro dormidero, pero esta vez al famoso dormidero de Pinzones reales (Fringilla montifringilla) situado en el macizo de Gorbea y que se encontraba a escasos kilómetros de donde estábamos.

Este es el primer año que se concentran los pinzones reales en este sitio, ya que de hecho el Parque Natural de Gorbea es visitado por muchas personas y esta especie apenas había sido observada. Pero el pasado mes de noviembre, se descubrió la que probablemente sea una de las mayores, sino la mayor, concentración de aves de la Península Ibérica de cualquier especie. Seguramente las condiciones extremas registradas en el centro y norte de Europa durante finales de otoño hayan empujado a los pinzones hacia el sur en busca de alimento, encontrando en el macizo de Gorbea y en sus alrededores una gran cantidad de hayucos, que son la base de la dieta invernal de la especie, y por eso hayan decidido quedarse este invierno entre nosotros.

Pinzones reales volando hacia el dormidero

Cuando llegamos al lugar donde se veían observando las aves durante los últimos meses aun era temprano y no se veía ni oía ninguno por los alrededores. Hasta que no empezó a oscurecer no aparecieron los primeros pinzones, primero en pequeños grupos y luego en grupos cada vez mas grandes hasta que aparecieron grupos enromes de varios miles de pájaros. Al igual que ocurría con los estorninos, al llegar no se posaban directamente en el dormidero, sino que elegían otra zona próxima, en este caso repoblada con Ciprés de Lawson (Chamaecyparis lawsoniana) y Pino de Monterrey (Pinus radiata).

Los bando volaban sin parar de un lado a otro hasta que pudimos observar que los causantes del ajetréo eran al menos un halcón peregrino (Falco peregrinus) y un Gavilán (Accipiter nissus) que les hacían pasadas continuamente. Este acoso constante por parte de las rapaces hizo que pocos pinzones se atrevieran a cruzar la pequeña loma que separaba los cipreses de las hayas donde hasta ahora pasaban la noche. Debido a esto, aunque el espéctaculo ya resultaba impresionante, no llegó a ser como en otras ocasiones, en las que según me comentaron, los dos millones de pinzones que se estimó que allí se agrupaban, pasaban ininterrumpidamente durante varios minutos seguidos hacia las hayas desnudas donde pasaban la noche.

Aunque en la foto de arriba se ve parte del inmenso bando, lo mejor es que veais este video grabado por Juan Manuel Pérez de Ana en el que se ve el trasiego de aves y os podréis dar una idea de la magnitud del dormidero. Por supuesto en esos dos minutos que dura el vídeo sólo pasan una pequeña parte de los pinzones.



La naturaleza nunca dejará de sorprendernos. ¡¡Iñigo y Jon, gracias por recordármelo una vez mas!!

sábado, 5 de febrero de 2011

Las ranas del arroyo

Macho de Rana patilarga (Rana iberica)

Entre todos los anuros ibéricos hay dos especie que se encuentran permanentemente ligada a pequeños cauces fluviales, la Rana pirenaica (Rana pyrenaica) cuya distribución está restringida a los Pirineos y la Rana patilarga (Rana iberica) que aparece en Euskadi, Cantabria, Asturies, Galicia, León, Zamora, norte de la Portugal y Sistema Central,  llegando en el sur hasta las sierras de San Pedro, en Cáceres.

Distribución de la Rana ibérica en la Península Ibérica

Las ranas patilargas son muy pequeñas si las comparamos con otras ranas, y suelen medir entre 4 y 6 cm de longitud y pesar entre 4 y 10 gramos cuando son adultas. Estos anfibios viven en pequeños arroyos de aguas rápidas y frías con abundante vegetación ribereña por lo que suelen ser lugares humbríos y frescos. Tienen unos requerimientos ecológicos muy estrictos, necesitando una elevada humedad ambiental, aguas muy oxigenadas para el desarrollo de las larvas y temperaturas no muy altas, estando siempre ligados a la presencia de agua.


Ayer estuve con mis amigos de la Fundación Lurgaia haciendo un muestreo de esta especie en el arroyo Amunategui, donde prospecciones anteriores habían detectado las mayores densidades de Ranas patilargas de Bizkaia. En este arroyo, la fundación Lurgaia ha realizado un encomiable trabajo de restauración en los ultimos años, eliminando eucaliptos y plantando las riberas y con especies autóctonas como alisos y avellanos. En un tramo de unos 700 metros conseguimos ver unos 40-45 ejemplares de patilarga de los que capturamos 30 de ellos para medirlos, pesarlos y tomar una muestra de tejido para realizar análisis genéticos. Posteriormente todos ellos fueron soltados de nuevo en los lugares de captura.

Amplexus de Rana patilarga en la orilla del cauce

La reproducción de las ranas patilargas tiene lugar entre noviembre y marzo, aunque hay considerables diferencias fenológicas entre poblaciones, por ejemplo mientras en Asturies la mayoría de las puestas se producen en el otoño, en Euskadi tiene lugar a partir del mes de febrero, y de hecho ayer mismo encontramos varias hembras maduras y algunos amplexus.

Amplexus de Rana patilarga en el agua

Aunque los machos se pueden unir a las hembras en las orillas, sobre todo en el borde de los arroyos, finalmente la pareja se dirige al agua donde realizan la puesta en un remanso, muchas veces debajo de alguna piedra o adherida a la vegetación acuática.

Arroyo Amunategui (Bizkaia)

La Rana patilarga es endémica de la Península Ibérica y es uno de los tesoros de nuestra herpetofauna. Desgraciadamente el hábitat de esta especie se encuentra muy degradado debido a las plantaciónes de especies alóctonas, sobre todo eucaliptos, a la creación de pistas forestales y a la contaminación de los cauces. Trabajos como el que está realizando la Fundación Lurgaia son un perfecto ejemplo que nos demuestra que no se puede proteger una especie sin proteger el hábitat en el que vive. Desgraciadamente, la mayor parte de los proyectos de conservación auspiciados y financiados por las administraciones públicas no tienen en cuenta ese importante matiz por lo que están condenados al fracaso desde el principio.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Una joya en el pedrero


Con sus tentáculos urticantes de colores verdes y morados, la anémona (Anemonia sulcata) espera semicerrada a que suba la marea y la vuelva a cubrir de agua. Dos veces al día, durante la marea baja, estos invertebrados repliegan sus tentáculos y llenan sus cavidades de agua de mar, de esta forma pueden sobrevivir durante varias horas en seco, incluso bajo el fuerte sol del verano.


Cuando el agua la cubre por completo, la anémona despliega sus tentáculos como los pétalos de una flor y espera a que una presa desapercibida o una partícula de alimento arrastrada por la colonia tropiece con uno de ellos. Bastará con un pequeño roce para que el incauto pececillo o la pequeña quisquilla quede paralizarada por sus células urticantes. Después la la atraerá hacia una oquedad situada entre la corona de tentáculos y de ahí pasará a una cámara donde se producirá la digestión.