Un gran número de aves desaparecieron en la mar (se hundieron o fueron depredadas) y nunca llegaron a la costa, y de las que llegaron, muchas no se encontraron: unas fueron devoradas por los carroñeros y otras no se localizaron porque pasaron desapercibidas y otras aunque fueron localizadas no se reportaron. Con el fin de estimar la mortalidad total de la forma más aproximada posible, realizamos varios experimentos durante las semanas siguientes al vertido.
Diseño experimental
En un primer experimento pretendíamos estimar el número de aves que llegaron a la costa después de morir en alta mar. Para ello, soltamos desde un helicóptero un total de 437 bloques de madera que tenían la misma densidad y el tamaño aproximado de un frailecillo o de un arao. Los bloques se lanzaron a 5, 15 y 25 km de la costa gallega (el experimento se replicó en la cosa asturiana lanznando los bloques desde un barco a 4, 9 y 12 millas), después de haberles colocado una placa con un texto explicativo un código individual y un número de teléfono para que las personas que encontraran uno de ellos cuando llegara a la playa pudieran avisar.
Tacos experimentales (izquierda: tipo frailecillo; derecha: tipo arao)
En un segundo experimento evaluamos la detectabilidad de los bloques, para ello se dejaron en varias playas gallegas y asturianas cadáveres de álcidos recogidos durante las inspecciones costeras y tacos de madera iguales a los soltados en alta mar. De esta forma se pudo calcular tanto la detectabilidad de las aves orilladas como un factor de corrección para los bloques de madera usados en el experimento.
Por último, se realizaron censos de aves marinas desde embarcaciones para conocer la distribución de los álcidos en alta mar.
Los resultados obtenidos al combinar todos los experimentos dieron lugar a una cifra que como preveíamos fue muy superior al número de aves que aparecieron en los muestreos. El número total estimado de aves muertas fue de 87.594 (con un intervalo de confianza entre 54.113 - 162.313 aves). Esta mortalidad de álcidos situaba al accidente del Prestige como el tercero mas grave tras los de Exon Valdez y el Selendang Ayu. Los álcidos muertos eran en su mayoría aves juveniles y entre los áraos , la mortalidad estaba muy sesgada hacia los machos.
Recientemente hemos publicado un artículo en en la revista Ecosphere en el que se desarrollan detalladamente estos experimentos y las conclusiones de los mismos. Se puede descargar libremente en este enlace.
Doloroso, desde luego. Pero girar el rostro no ayuda. Abrazos.
ResponderEliminarDios quiera que no ocurra esto otravez...pero primero los hombres tienen que querer!!
ResponderEliminarSaludos camperos.