"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhaüser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir".
Así se despedía Roy Batty de este mundo, dejándonos una de las escenas más impactantes de la historia del cine.
No puedo negar que desde que que vi Blade Runner por primera vez siempre me me intrigaron esos rayos C que se veían cerca de la puerta de Tannhaüser. Incluso llegué a buscar en libros y luego por internet cualquier referencia sobre ellos o sobre la dichosa puerta, pero lo cierto es que no encontré nada, porque la puerta de Tannhaüser no es ningún lugar cósmico lejano, no es ninguna conjunción estelar, ni ningún agujero de gusano que nos permita viajar en el tiempo. La puerta de Tannhaüser es un lugar imaginario, más exactamente se encuentra en la imaginación de Rutger Hauer, al que se le ocurrió el monólogo la noche antes del rodaje, cuando probablemente estuviera pensando en un lugar fantástico de belleza efímera, un lugar que muy poca gente hubiera podido llegar a ver.
Pero la realidad es que no hace falta salir al espacio para encontrar nuestra puerta de Tannhaüser y ver rayos C brillar en la oscuridad. Sólo hay que estar en el momento justo en el lugar preciso, porque la puerta puede abrirse sólo durante unos instantes delante de nuestros ojos.
La semana pasada, aprovechando la visita de Pere Soler estuvimos visitando unas cuantas playas del occidente de Asturies. Algunas ya las conocía desde hace años, al igual que muchas de las rocas que se levantan en el pedrero, pero nada es igual cuando oscurece y se empieza a poner el sol. Los colores cambian, se alargan las sombras, las nubes grises se vuelven azules y a veces, cuando menos te lo esperas, se abre un hueco entre las nubes y los últimos rayos del sol lo inundan todo. Y si estás en el punto exacto puedes incluso ver los rayos brillar en la oscuridad a través de la puerta.
Pero hay que aprovechar el momento, porque como ya os dije sólo dura unos segundos y después todo cambia y nada vuelve a ser igual. Se cerrará la puerta y ya no volveréis a ver más los rayos C, así que si encontráis el momento y tenéis la oportunidad, seguid al conejo blanco y meteros en su madriguera. ¿Quién sabe lo que habrá al otro lado".
NOTA: como siempre, haced click en las fotos para verlas con más detalle y fijaros en la primera foto, porque parece que hay alguien cruzando la puerta. Las luces anaranjadas de la última foto no son rayos C, es la horrible contaminación lumínica que desde hace años ilumina toda la rasa costera.
La segunda foto es una pasada, muy buena si señor. Un abrazo
ResponderEliminarHola José, a mi me pasó igual que a ti, al principio cuando la hice me gustó mas la primera, pero al verlas después, creo que me gusta mas la segunda, no está tan fuerte el sol y quedan mas bonitas las rocas.
Eliminarun abrazo
Hola David!
ResponderEliminarAl final no fué tan mal la sesión, no? jajaja
Tu has visto la puerta y yo la atravesé, tengo la foto del lado contrario en la que sales tu con el trípode :-)
Me gustan las dos!
Un abrazo!!
No estuvo mal, mejor de lo que pintaba cuando bajamos. Ya tengo ganas de ver las que sacaste tú.
Eliminarun abrazo!!
Me encantan este tipo de entradas David. No solo por las fotos, el texto se lee solo.
ResponderEliminarGracias Jorge, me alegro de que te gusten.
Eliminarun abrazo
Yo también me quedo con la segunda... Mágico lugar! Un saludo david
ResponderEliminarMe encanta, y qué ganas le tengo a ese sitio. Un saludo
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