Ayer hicimos una salida en barco desde Xixón con intención de ver aves marinas, que ahora se encuentran en plena migración postnupcial. Aunque amaneció nublado y orbayando poco a poco el tiempo fue mejorando y el suave viento del norte después de unos cuantos días de nordeste parecía que prometía un un buen día de observaciones.
Alcatraz común (Morus bassanus)
Al poco de salir de puerto observamos las primeras pardelas cenicientas (Calonectris diomedea) y alcatraces, que pasaban a escasas millas de la costa. Sorprendentemente, al irnos adentrando mar adentro la abundancia de aves descendió drásticamente y así seguiría durante todo el día, a pesar de llegar hasta el borde de la plataforma, a unas 20 millas de distancia, donde esperábamos ver la mayoría de especies habituales en esta época del año.
Calderón común (Gobicephala melas)
Cuando llevábamos un par de horas navegando vimos a lo lejos unos soplos y unas aletas de gran tamaño que por un momento me hicieron pensar que podía tratarse de orcas (creo que me estoy obsesionando). Tendría gracia que después de varios viajes al estrecho a intentar verlas, acabara viéndolas al lado de casa. Al final comprobamos que no eran orcas sino un pequeño grupo de 2 o 3 calderones que durante todo el tiempo mantuvieron las distancias con nosotros para acabar perdiéndose mar adentro.
Aunque la salida estaba dirigida principalmente a la observación de aves marinas, lo cierto es que las estrellas del viaje fueron los cetáceos, ya que al poco de dejar a los calderones, observamos un enorme grupo de delfines mulares formado por más de 100 ejemplares, que al contrario que los calderones si se acercaron al barco y nadaron y jugaron con nosotros durante varios minutos.
Paíño común (Hydrobates pelagicus)
Pero las aves marinas seguían sin verse, al menos en un número apreciable. Al llegar a las 20 millas soltamos un bloque de pescado congelado con intención de atraer a los paiños y las pardelas y al poco tiempo empezaron a aparecer. La mayoría de ellos eran Paiños comunes (Hydrobates pelagicus) y entre ellos pudimos ver al menos dos Paíños de Wilson (Oceanites oceanicus).
Págalo parásito fase oscura (Stercorarius parasiticus)
También fue destacable la práctica ausencia de págalos, ya que durante las 10 horas de viaje solo observamos un par de págalos grandes (Catharacta skua), un págalo pomarino (Stercorarius pomarinus) y un págalo parásito (Stercorarius parasiticus) que pasaron de largo sin detenerse. Las gaviotas de sabine tampoco quisieron aparecer, y solo un ejemplar observado fugazmente por Xuan Cortés nos indicó que alguna andaba por la zona. Entre las pardelas, solo las cenicientas se vieron de vez en cuando, aunque menos que en otras ocasiones ya que en el total del viaje no llegaron a 60 individuos. Aparte de las cenicientas, sólo pasaron junto al barco tres pardelas capirotadas y una pardela sombría.
Los charranes tampoco fueron muy abundantes, aunque unos pocos charranes comunes (Sterna hirundo) y dos fumareles comunes nos acompañaron durante media hora.
Evidentemente no había sido el mejor día para las marinas, probablemente debido a la depresión témica que afecta a la península iberica desde hace unos días, tal como comentaba Jorge Valella en su muy recomendable blog. Habrá que esperar a que cambie el tiempo para que el paso de marinas se vuelva a animar.
Hace no muchos años, las únicas luces artificiales que se veían desde la mar eran las de los faros que guiaban a los marineros a puerto en las noches oscuras. Actualmente, faros como el de Vidío, en el concejo de Cuideiru, ven eclipsada su luz por las innumerables farolas que cubren con un un halo anaranjado toda la rasa costera, llegando hasta el mismísimo acantilado y privándonos a todos de la magia de la noche.
En una situación como la que estamos viviendo actualmente, resulta completamente injustificable mantener la red de alumbrado encendida desde el ocaso hasta el alba, en caminos y caleyas por las que muchas veces no pasa apenas nadie y menos a las cuatro de la mañana.
Algunos ayuntamientos ya han empezado a apagar el alumbrado para ahorrar, quizás ahora sus vecinos puedan empezar a disfrutar de las verdaderas luces de la noche y se den cuenta de lo que se habían perdido.
El verano es una estación especialmente aburrida para los periodistas, los políticos están de vacaciones y no dan la turra, muchas empresas están cerradas y afortunadamente la prima de riesgo ha pasado a un segundo plano, eclipsada por el cambio de imagen de Sara Carbonero o por el topless playero de María Casado.
En estos momentos de asueto estival hay que buscar un filón periodístico del que poder tirar durante varias semanas antes de volver a la rutina otoñal. Un año hablaron de los perros asesinos, a los que a partir de septiembre les bajo la agresividad, en el año 2008 le tocó el turno a las motos acuáticas con las que se accidentaba la mitad de la población aunque la mayoría nunca hubiera visto una ni de lejos (evidentemente al año siguiente ya no se habló más de ellas). Pero si hay un verdadero filón, más veraniego que Georgi Dann y su barbacoa, ese es el tema de las medusas. Esos seres, que como explica el ilustrativo gráfico anterior, han evolucionado durante millones de años con el único propósito de arruinar el día de playa al ser humano, han resultado la tabla de salvación de los periodistas durante los últimos meses de agosto.
Que Mariano está de vacaciones en Ferrol y no habla (aunque eso podría pasar en cualquier otra estación del año), pues sacamos a unas medusas en Alicante, que la Merkel se perdió entre la muchedumbre en la fiesta de la cerveza de Munich y nos arruinó la sección de Internacional, pues sacamos las medusas de Gijón que picaron a una turista alemana, que podría ser la mismísima Ángela, por qué no. El caso es que las medusas dan mucho juego.
Y como suele ocurrir, a medida que la noticia se va haciendo recurrente, el tema va perdiendo interés por lo que la espiral informativa debe ir en aumento y hay que empezar a usar un lenguaje más catastrofista, que es lo que vende más periódicos. Toca hablar de amenaza, de invasión, de medusas gigantes que aterrorizan a los bañistas. Incluso se oferta la profesión de cazador de medusas como una oportunidad laboral.
Lo cierto, es que según apuntan varios investigadores, las actividades humanas son las causantes del incremento del número de medusas en nuestros mares. Las medusas forman parte de la cadena trófica del océano y al igual que ocurre en todos los ecosistemas, cuando se produce la alteración en uno de los eslabones de esa cadena se produce un efecto en cascada que afecta al resto de organismos que la forman. Uno de los factores que han desencadenado el aumento de la población de medusas es la sobrepesca, que ha eliminado a muchos de los animales que se alimentaban de ellas (por ejemplo las tortugas marinas o los túnidos) o competían por sus mismos recursos, como la mayoría de los peces. Por otra parte, el aumento de la temperatura del agua como consecuencia del calentamiento global está creando un ambiente idóneo para el desarrollo y la proliferación de muchas especies. Resumiendo, que actualmente las medusas tienen alimento abundante, pocos depredadores y competidores y una temperatura óptima para su desarrollo y reproducción.
Desgraciadamente, los métodos que se están usando actualmente para atajar el problema, que consisten en la retirada de millones de individuos son sólo una solución temporal al problema, ya que estos organismos, auténticos estrategas de la r, tienen una elevada tasa de reproducción y como he comentado anteriormente, sus depredadores y competidores son cada vez más escasos.
La única solución posible sería restaurar la cadena trófica eliminando de esta forma las causas que han originado el problema. Para ello el primer paso sería reducir la presión pesquera sobre las especies depredadoras y competidoras y tratar de minimizar las causas del calentamiento global. Asimismo sería necesario invertir más recursos en investigación, porque lo que se está haciendo actualmente es matar moscas a cañonazos y el cañón lo está manejando un niño de 5 años.
También convendría que los periodistas, a la hora de redactar las noticias, cuidaran sus fuentes y huyeran expresiones catastrofistas, para ello solo tendrían que hablar con los múltiples investigadores que trabajan sobre este tema en vez de hablar con los bañistas, los barquilleros o los heladeros de las playas, que sólo conocen las consecuencias pero no las causas del problema.
Los viajes relámpago al estrecho de Gibraltar empiezan a ser una rutina anual en vista de que el santo grial se me resiste. Este año, volví a bajar a intentar ver las orcas en compañía de Jesús Menéndez, Gorka Ocio y Roberto Ortiz, pero la mala suerte de llegar media hora tarde al lugar donde se estaban alimentando, solo nos permitió un avistamiento fugaz de dos ejemplares, poco antes de que se sumergieran para no volverlas a ver.
Pero a pesar de este pequeño contratiempo, que no hace sino añadir más interés y ganas de repetir el viaje dentro de un año, la salida que hicimos fue una de las mejores salidas en barco que hice en mi vida. Esta vez, no optamos por salir en un barco turístico atestado de gente, sino que preferimos hacer una salida más familiar, en un grupo pequeño a bordo del velero Aroha Rahi y la decisión no pudo haber sido mejor. Pepe Fernández el patrón, hizo que nos sintiéramos como en casa, en el barco dormimos dos noches y estuvimos un día entero navegando, disfrutando de la buena compañía, de una mar en calma y de unos avistamientos de delfines y calderones increíbles.
Al salir del puerto de Barbate nos encontramos con la almadraba, en la que una vez cubierta la cuota de capturas, los pescadores de esta localidad tienen permiso para mantener un cupo de atunes durante un tiempo para venderlos posteriormente. En el interior de la red los alimentan y los mantienen vivos hasta su venta. En los alrededores de la almadraba varios grupos de gaviotas y pardelas cenicientas se aprovechaban de los restos de los peces con los que cebaban a los atunes. En la mar nada se desperdicia.
Las pardelas cenicientas nos acompañaron durante toda la travesía y balsas de estas aves se agrupaban cerca de la costa y varias millas mar adentro, siendo junto a la gaviota patiamarilla, la especie más abundante en la zona. No nos detuvimos y seguimos navegando en dirección a la zona donde en días anteriores se habían visto varios grupos familiares de orcas.
Cuando llevábamos una hora y media navegando, aparecieron los primeros cetáceos. Un enorme grupo de delfines listados (Stenella coeruleoalba) de probablemente más de 300 ejemplares, se acercaron al barco y comenzaron a dar los saltos y cabriolas característicos de esta especie.
En ese momento, Pepe nos confirmó que estaban viendo a las orcas a unas millas de donde estábamos, junto a los barcos de pesca de la flota de Tarifa y hacía allí nos dirigimos. Al llegar pudimos ver como los pescadores capturaban "voraz" (besugos) y caballa, y al poco tiempo vimos unos cetáceos oscuros que nos hicieron dar un salto sobre la borda. Al acercarnos pudimos comprobar que no eran orcas sino un grupo familiar de calderones (Gobicephala melas), comunes en esta zona y con los que nos quedamos un tiempo comprobando que había varias crías recién nacidas entre ellos.
Pero las orcas seguían sin aparecer, según nos comentaron se habían marchado hacía poco tiempo, así que decidimos seguir navegando hacia donde los pescadores marroquíes capturan los atunes cuando estos realizan el viaje de vuelta después del desove. La flota marroquí no tiene nada que ver con la que veíamos unas millas antes, no hay grandes barcos ni carretes eléctricos. En barcas de madera de no más de 4 metros de eslora, tres o cuatro pescadores calaban sus anzuelos con la única ayuda de sus manos.
Si se producía una picada, un atún rojo que puede pesar más de 400 kilos podía arrastrar la pequeña barca durante varios metros antes de que pudieran sujetarlo. Luego, con ayuda de las manos izarán el sedal con el enorme pez hasta la superficie. Pero de vez en cuando, las orcas, atraídas por los espasmos del pez capturado se lanzan sobre la captura pudiendo llegar a devorarla por completo.
Y no deja de resultar curioso, como entre lance y lance, con la mar moviendo las barcas a un lado y a otro, hacen un alto en la jornada para orientarse en dirección a La Meca y realizar uno de los cinco rezos que todo musulmán debe hacer diariamente según predica el Islam.
Pero no sólo hay cetáceos y aves marinas en el estrecho, este punto geográfico es el último obstáculo que tienen que pasar una gran cantidad de aves terrestres para acceder a África, por eso cuando los vientos son propicios, miles de aves, desde pequeños paseriformes hasta grandes rapaces se congregan en la zona de Tarifa para dar el salto. En este caso, un grupo de cigüeñas pasó sobre nuestras cabezas rumbo a su lugar de invernada, unas pocas de las miles que habrán pasado ya y de las que aun seguirán pasado durante las siguientes semanas.
La fortuna no quiso acompañarnos a nosotros esta vez y las orcas seguían sin aparecer. En un momento, mientras Jesús y yo mirábamos hacia la mar en busca de algun indicio, de repente, a menos de 100 metros del barco aparecieron dos cabezas con un diseño inconfundible, las marcas blancas del costado no dejaban lugar a dudas, pero muy a nuestro pesar, se calaron para no volver a aparecer y nos dejaron con la miel en los labios.
A pesar de la pequeña desilusión, aun quedaban muchas horas de navegación y los demás habitantes del estrecho no quisieron defraudarnos. Poco después del intento fallido de las orcas, un grupo de Delfines mulares (Tursiops truncatus) decidió quedarse junto a nosotros y nadar a nuestro lado. Durante más de media hora, un grupo familiar compuesto por varias hembras y crías y entre ellos un enorme macho más claro que el resto, nadaron junto al barco y me permitieron verlos como nunca los había visto antes. En ese momento decidí probar un invento casero y até una cámara GoPro al bichero del barco y lo introduje bajo la superficie del agua asomándome por la borda. No fue hasta llegar a casa cuando pude comprobar el resultado, que tengo que admitir que fue mejor de lo que me esperaba. Aqui os dejo un fragmento de la grabación en la que si os fijáis se les puede oir como se comunican entre ellos.
Es toda una experiencia estar junto a estos increíbles animales y darse cuenta de que tienen la misma curiosidad por nosotros que la que sentimos nosotros por ellos. Se acercaban a la cámara y la miraban sorprendidos e incluso había veces que parecía que estuvieran paseándose por delante para buscar los mejores planos.
Después de casi media hora de juegos y miradas recíprocas desaparecieron bajo las aguas azules del Mediterráneo, quizás cansados de vernos. Es evidente que son ellos los que deciden si se acercan y quieren nuestra compañía y que se irán si les surge algo más interesante.
Al poco tiempo de que los delfines nos abandonaran, apareció un nuevo grupo de calderones, que casi tan confiados como aquellos nadaron alrededor del barco dejándonos observarlos a placer. Uno de ellos mostraba sobre el dorso las enormes heridas causadas por la hélice de un barco. Esta zona tiene un intenso tráfico marino y no suele ser raro que algún barco choque con estos animales mientras descansan en superficie. Por eso es necesario mantener la distancia de seguridad y dejar que sean ellos los que decidan acercarse si quieren.
La tarde ya estaba cayendo y se levantó un poco de viento de levante, lo que nos permitió izar las velas y navegar sin necesidad de motor hasta llegar al puerto de La Línea, donde haríamos noche. Pero cuando parecía que todo había acabado y que ya no avistaríamos más cetáceos, al entrar en la bahía de Algeciras observamos como el agua hervía cerca de unas barcas a unos 300 metros de distancia.
Rápidamente se fueron acercando a nosotros, era un grupo enorme de varios cientos de delfines comunes (Delphinus delphis), entre los que había muchos jóvenes de corta edad. Durante casi 15 minutos estuvieron con nosotros y aunque sus piruetas no eran tan espectaculares como las de los delfines listados, nos deleitaron con sus saltos y carreras hasta que se perdieron mar adentro.
No pudimos despedir el día de navegación de mejor manera. Después de cenar el el puerto dormimos la última noche antes de emprender el viaje de vuelta hacia el norte. Las orcas tendrán que esperarnos un año más, pero mientras tanto nos quedará el recuerdo de este día.
Los que queráis hacer una salida como esta sólo tenéis que contactar con Pepe en la página web Kolibri Charters, os aseguro que no os defraudará.
NOTA: como siempre, haced click en las fotos para verlas a mayor tamaño.
El 21 de junio os comentaba en este blog cómo podía ser posible hacer el seguimiento de un nido situado a miles de kilómetros de distancia desde el salón de tu propia casa. Las innovaciones tecnológicas, tanto en calidad de imagen como en la transmisión de las mismas por internet, nos permite actualmente disfrutar de un espectáculo al que la mayoría de nosotros no podíamos acceder.
De todos esos nidos espiados, me enganché especialmente al nido de un Águila pescadora situado en un bosque de coníferas de Estonia, quizár porque la casualidad hizo que viera nacer al tercer pollo, que parecía que tenía todas las papeletas para no sobrevivir, teniendo en cuenta la diferencia de tamaño con sus hermanos. Al final, todo salió bien y la abundancia de carpas en uno de los lagos cercanos hizo que hubiera suficiente alimento para todos. Ese último pollo, como era previsible fue el último en abandonar el nido, al final, al igual que sus hermanos hicieron unos días antes, se fue volando para empezar su nueva vida, aunque siguió volviendo él y sus hermanos a descansar y a dormir durante unos cuantos días más.
Lo más dificil llegará ahora, cuando tenga que empezar a pescar y a alimentarse por su cuenta. Dentro de unos días comenzará su migración hacia el sur, probablemente pase por Asturies y quizás se quede a pasar el invierno en alguna de nuestras rías. O quizás continue el viaje y llegue a África. Si tiene suerte, dentro de unos años volverá a Estonia convertido en un adulto y quizás podamos verlo criar a él desde nuestro salón. Aquí os dejo unas imágenes que fui guardando (sin demasiada regularidad, lo admito), en las que se puede ver el desarrollo de la cría desde el nacimiento de ese último pollo hasta que el nido fue abandonado.
19/06/12; 12:10. Acaba de nacer el tercer pollo
20/06/12; 16:48. La hembra observando la nidada completa
21/06/12; 12:01. La hembra cebando a uno de los 2 pollos grandes.
21/06/12; 12:33. Llega el macho al nido. La hembra no está anillada.
26/06/12; 14:41. La hembra cebando al pollo más pequeño. Los mayores ya están encañonados.
28/06/12; 13:23. La hembra cebando a uno de los pollos más grandes.
04/07/12; 10:44. Los tres pollos están encañonados. Parece que el pequeño tendrá suerte.
18/07/12; 11:45. Los tres pollos están my grandes
23/07/12; 12:33. Los tres pollos están my grandes. Aun se aprecian las diferencias de tamaño
01/08/12; 14:27. Los tres pollos totalmente emplumados
02/08/12; 13:36. Los tres pollos tienen el tamaño de un adulto
06/08/12; 12:30. Los dos pollos mayores ya han volado
06/08/12; 13:04. El macho le trae una carpa al pollo y se va.
06/08/12; 13:30. Uno de los hermanos mayores regresa al nido a alimentarse. Aunque ya vuelan, permanecen en las proximidades y siguen siendo cebados por sus padres.
13/08/12; 10:30. El nido completamente vacío
Durante la última semana, aunque el pollo de menor edad permanecía en el nido casi todo el tiempo, sus dos hermanos acudían de vez en cuando cuando los padres les traían alimento y se quedaban las noches a dormir. El 13 de agosto, el pollo más pequeño aun estaba en el nido a las 9 de la mañana, pero a las 10:00 abandonó el nido, pero probablemente seguirá volviendo junto a sus hermanos de vez en cuando
Hace un año y medio tuve la suerte de poder pasar tres días en uno de los lugares más increíbles en los que he estado. Aun recuerdo la cara que se me quedó al pasar en media hora de bañarme en la piscina bajo el sol, a caminar con un chubasquero por los caminos de Garajonay y darme cuenta de que los árboles que tenía encima de mi cabeza eran realmente brezos gigantes (Erica arborea) como los que tenemos en Asturies, sólo que aquí miden medio metro y allí pueden alcanzar más de 6 metros de altura. Me quedé tan impresionado que al día siguiente madrugué de nuevo, me olvidé del bañador y del sol y a las 9 de la mañana ya estaba otra vez metido en medio del bosque, entre fayas, laureles y brezos.
Pero antes de perderme entre los caminos del Bosque del Cedro, pasé en coche por la carretera que rodea a uno de los roques más conocidos de la Gomera, el Roque de Agando, que se levantaba sobre un valle completamente verde, con una vegetación diferente pero igualmente impresionante, con gran cantidad de especies endémicas que sólo se pueden encontrar allí.
Roque de Agando (Agosto 2012). Foto: EFE/Carlos Fernández
Ayer por la mañana pude ver una foto del mismo lugar pero pintada de negro. El verde había desaparecido y en su lugar sólo se veía tierra calcinada y los esqueletos quemados de los pinos canarios. Un incendio, intencionado como la mayoría de los incendios forestales, había arrasado en una semana lo que la Naturaleza había moldeado durante cientos de años. El 11% de la superficie de la isla se ha quemado, el 25% del PN de Garajonay ha desaparecido bajo el fuego, y parece que desgraciadamente aun se quemará más porque varios frentes siguen activos. Y junto a esta flora única, algunas especies como los lagartos endémicos difícilmente habrán podido escapar de las llamas.
Bosque del Cedro, La Gomera
El fuego se ha cebado este año con las Canarias, como antes lo había hecho en muchos lugares de la Península. Los delincuentes que lo provocan, ya sean pirómanos, ganaderos que queman rastrojos para crear pastos, imprudentes con sus colillas o parrilleros domingueros, siguen sin recibir un castigo ejemplar, y mientras los políticos se echan la culpa unos a otros y el ministro de medio ambiente se va a los toros, los bomberos siguen muriendo tratando de apagar el fuego, la gente pierde sus casas y parte de su vida bajo las llamas y la tierra se agota y se muere.
Fayal-Brezal en las cumbres de Garajonay
Si un incendio forestal ya es grave en cualquier sitio, en las Canarias lo es especialmente. Aquí no se están quemando eucaliptos y pinos de repoblación (que además son parte del problema), aquí se está quemando un bosque único, un bosque que sólo se encuentra en este lugar, un bosque que es el que condiciona el clima de la isla al retener la humedad en sus cumbres. Este incendio no se puede medir sólo por hectáreas quemadas, hay que medir la pérdida irreparable de biodiversidad, que probablemente afectará a la regeneración futura y eso no se paga con dinero, ni con primas de riesgo ni con bonos a diez años.
Otra de las cosas que me llamó la atención al visitar La Gomera fue comprobar lo orgullosa que estaba la gente de su isla, de tener ese paisaje y esa naturaleza única y maravillosa que ahora les han robado y nos han robado a todos. A esa gente les han quitado parte de lo que ellos son y desde aquí solo les puedo decir una cosa: perdón, lo siento, lo siento mucho.
Aunque aun falta un mes para que empiece la berrea, los machos de ciervo (Cervus elaphus) ya tienen la cornamenta completamente formada y ya se han desprendido de la borra que la recubría mientras ésta se desarrollaba. Durante las siguientes semanas, los grandes machos se alimentarán abundantemente para almacenar las reservas necesarias para poder soportar la época de reproducción, ya que durante casi dos meses apenas se alimentarán, pudiendo llegar a perder hasta el 25% de su peso.
Por ahora, aun se pueden ver a los machos pastando juntos, sin que se produzcan peléas ni roces entre ellos. Pero dentro de unas semanas todo cambiará, las primeras lluvias del otoño y el acortamiento de las horas de luz disparará los niveles hormonales de los machos y entonces ya no habrá amistades entre ellos. Los machos intentarán acaparar el mayor número de hembras en sus harenes y para ello pelearán entre ellos y emitirán sus característicos bramidos para impresionarse unos a otros y marcar sus territorios.
Sólo faltan unas semanas para que empiece la berrea, uno de los espectáculos naturales que no se pueden perder.
NOTA: como siempre, haced click en las fotos para verlas a mayor tamaño.
Siempre es una alegría encontrarte por el monte con una comadreja (Mustela nivalis), el más pequeño de los mustélidos ibéricos. Ayer mismo, mientras daba un paseo por Somiedo en compañia de Héctor y Tino escuchamos cerca de un muro de piedra un chillido agudo. Al fijarnos pudimos ver como una comadreja que parecía haber cazado un topillo o una musaraña, daba un salto y se escondía en un agujero del muro. A los pocos minutos, se asomó curiosa entre unas piedras y se nos quedó mirando durante unos segundos para volver a esconderse.
A pesar de su pequeño tamaño, ya que los machos más grandes no suelen superar los 25 cm ni los 250 gramos de peso, son depredadores muy voraces, capaces de cazar presas mucho más grandes que ellas, como conejos de monte, aunque sus presas más habituales son los ratones, topillos y musarañas y también pequeños pájaros. Pero su pequeño tamaño también hace que muchas veces se conviertan en presas de otros animales, sobre todo aves rapaces, tanto nocturnas como diurnas. Una de las estrategias que utiliza para defenderse de los depredadores, aparte de su agresividad, es la de segregar una sustancia con un olor muy fuerte, al igual que hacen otros mustélidos.
Un cormorán moñudo ahogado después de quedar atrapado en un trasmallo, muy cerca de la costa, muy cerca de la colonia donde ha nacido. Desgraciadamente esta imagen se repite cada vez con más frecuencia mientras la Administración regional sigue mirando hacia otro lado, haciendo caso omiso al plan de manejo de la especie aprobado por ellos mismos y que teóricamente está en vigor desde el año 2001 [DECRETO 136/2001, de 29 de noviembre, por el que se aprueba el Plan de Manejo del Cormorán Moñudo (Phalacrocorax aristotelis)]. Este plan de manejo que tenía como finalidad "eliminar los factores de riesgo que puedan amenazar la supervivencia de las colonias de esta especie" y que marcaba como primera directriz de actuación "establecer zonas de protección y uso restringido en el entorno de las colonias", se ha quedado, como siempre ocurre, en papel mojado.
Solo hace falta hacer una visita a las colonias del occidente de Asturies para ver cómo a menos de 20 metros de las mismas, hay decenas de boyas marcando el lugar donde trasmallos como el de la foto acaban con la vida de los pocos cormoranes moñudos que se reproducen en nuestras costas. Sólo hace falta ver los censos de los últimos años para comprobar cómo el número de parejas reproductoras ha descendido dramáticamente en los últimos diez años. Sólo hace falta contar los cadáveres de ejemplares anillados por nosotros que hemos recuperado a escasos metros del lugar donde habían nacido.
El plan de manejo establecía como requisito la revisión del mismo cinco años después de su aprobación. Han pasado 11 años y aún no se ha hecho nada. Durante este tiempo, la especie ha pasado a encontrarse en Peligro de Extinción, según la revisión de criterios publicada en el Libro Rojo de las Aves de España en base a su descenso poblacional. Esta especie ha sufrido los efectos devastadores del vertido del Prestige, de la depredación de los visones americanos, de la proliferación de aparejos en su entorno, pero los responsables de velar por su conservación siguen cruzados de brazos. No les importa, como no les importa que se hagan matanzas de lobos dentro de un Parque Nacional, como no les importa que se sigan envenenando los montes, pero si les importa que se sepa y se conozca. El cormorán moñudo no vende el Paraíso Natural.
Estoy harto de dar información y datos, de colaborar, de tener reuniones para intentar ayudar en lo posible a evitar que esta especie se extinga y de que no sirva para nada. Estoy harto de promesas incumplidas, de palmaditas en la espalda y de compromisos de futuro que nunca llegan. Dentro de unos pocos años, si todo sigue como ahora, ya no habrá cormoranes moñudos que proteger, habremos llegado tarde y no habrá marcha atrás.
Corto documental sobre la situación del Cormorán moñudo en Asturies
Pero a los responsables de su extinción no les quitará el sueño,
seguirán haciendo absurdos planes de manejo que no se cumplen, seguirán
en sus despachos y no se acordarán de los cormoranes que criaba en los acantilados. Seguirán gastando dinero en
proyectos faraónicos de reintroducción de especies "emblemáticas"
extinguidas hace años, aunque las causas que motivaron su extinción
sigan presentes, pero no habrán hecho nada por conservar las que aun no se habían extinguido. Es mucho más "políticamente correcto" y da más votos salir en una foto liberando a Willy que salir agarrando a un pájaro negro ahogado en una red. Y yo cada vez estoy más harto.