viernes, 9 de noviembre de 2012
Aves y anzuelos
Es cierto que una imagen vale más que mil palabras, incluso muchas veces más que mil denuncias. No recuerdo las veces que comenté en este blog los casos de Cormoranes moñudos que mueren todos los años en artes de pesca, tanto en redes como en palangres. La mayoría pierden la vida al lado de sus colonias de cría, donde según el plan de manejo de la especie no deberían producirse ya que tras su aprobación se deberían haber adoptado las medidas necesarias para evitar esas muertes. Pero los planes de manejo son papel mojado si los responsables de hacerlos cumplir se desentienden de ellos, si cuando pedimos explicaciones nos hablan de problemas de competencias entre consejerías, de intereses contrapuestos y de burocracia, que ni yo ni mucho menos las aves, comprendemos ni queremos comprender.
El cormorán del que podéis ver su radiografía fue recogido en la playa de Bañugues en agosto de este año mientras luchaba por soltarse de un palangre. Se había tragado el anzuelo pensando que era un pez inofensivo, quizás demasiado fácil de capturar. Mientras subía la marea, ya con el anzuelo clavado en su estómago, se le hacía cada vez más difícil mantenerse en la superficie para poder respirar. Y a cada intento de soltarse, el anzuelo se clavaba más y más profundo mientras se iba desgarrando por dentro.
Pudo ser rescatado antes de morir ahogado, pero el anzuelo se le había clavado tan adentro que los veterinarios no fueron capaces de sacárselo por temor a producirle más lesiones que las que ya tenía. Se tuvieron que limitar a cortar el sedal lo más abajo posible y a confiar en que se pudiera recuperar.
Sin demasiadas esperanzas de que pudiera salir de esta y tener una segunda oportunidad, el cormorán fue liberado en el mismo sitio donde se le había rescatado días atrás. En algunos casos, los animales son capaces de formar callosidades al alrededor de objetos extraños que pueden quedar en el estómago, y de hecho, hemos encontrado varias veces álcidos con varios anzuelos en el tubo digestivo que habían logrado sobrevivir.
No sabemos si este cormorán lograría recuperarse o si las heridas que se produjo al intentar soltarse fueron demasiado graves. Lo anillamos por si lo volvíamos a ver con el código J1 pero desde entonces no tuvimos más noticias de él. Lo que tenemos claro es que no será el último moñudo en caer en un aparejo, y con cada muerte la población reproductora de esta especie seguirá allanando su camino hacia la extinción. Y mientras tanto, los responsables de evitarlo siguen sin hacer nada, pero siguen hablando de competencias, de intereses y de burocracia.
6 comentarios:
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Gracias
Triste como siempre, el hecho en sí y la pasividad de las autoridades. Esperamos que sobreviviera. Hoy al salir de la oficina vi un cormorán surcar el cielo. Me hace mucha ilusión verlos.
ResponderEliminarSaludos David.
Por cierto, qué simpática la foto!
ResponderEliminar"los responsables de evitarlo siguen sin hacer nada". Ni están ni se les espera...
ResponderEliminarSi en tierra cometemos atrocidades contra la naturaleza, en el mar estas se multiplican por 100 mil. Los profesionales de la pesca tienen nulo respeto por el medio y los que deberían controlarlos hacen la vista gorda.
ResponderEliminarHola David!!
ResponderEliminarpues esperemos que haga callo y se recupere.
Paso bastante por allí, espero poder leer la anilla y darte buenas noticias.
un saludo y a ver cuando nos volvemos a ver
Pues si David, esto es algo inevitable por desgracia y lo que dice el Anónimo es verdad, en el mar el respeto por la fauna es mucho menor si cabe.
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