Un año más, con la llegada del verano, las noticias "serias" empiezan a escasear. Los políticos se dedican al dolce far niente, más de lo que es habitual en ellos y no dan exclusivas, Ana Obregón ya no hace posados metiendo tripa, Froilán está de Vacaciones Santillana en un internado y no se puede pegar tiros en un pie y las redacciones de los periódicos buscan desesperadamente noticias para rellenar un montón de páginas a diario.
Desde hace varios veranos, se instauró la moda del acojonamiento estival, que consiste básicamente en encontrar un enemigo público y dedicarse a indagar por todos los pueblos, ciudades y playas del país en busca de sus fechorías. El enemigo recurrente es la medusa, un animal descrito por algún sagaz periodista como un bicho que dedica el 10% de su vida a flotar y a comer y el 90% restante a tocar las narices a la especie humana. La evolución tiene estas cosas.
Pero lo cierto es que las medusas, a fuerza de insistir, ya no causan el efecto acojonamiento de hace tiempo y ya no ocupan ni las portadas ni las cabeceras de los telediarios. Así que como ocurre con la canción del verano, cada año hay que buscar una nueva, eso si, algunas tienen más éxito que otras. Hace unos años le tocó el turno a los perros asesinos, que curiosamente al llegar septiembre dejaron de comerse niños, otro año fueron las motos acuáticas las que tiñeron las costas españolas de sangre de turista y al igual que ocurrió con los perros, al llegar septiembre y en años posteriores, a pesar de que seguían en las playas, ya no se comportaban como el perverso Buick 8 de Stephen King. Sin duda, la canción de las motos acuáticas fue la más cutre de todas.
Este año ya ha aparecido un nuevo filón, las abejas asesinas. En las últimas semanas, dos personas han muerto por picaduras de avispas en Asturies, una de ellas era un anciano de 89 años. Aunque se trata de una noticia triste, no es ni mucho menos una noticia extraordinaria ya que se ha estimado que anualmente mueren entre 20 y 30 personas en España por picaduras de abejas o avispas, que se deben sobre todo a reacciones alérgicas al veneno de estos himenópteros. Evidentemente, ese número fallecidos, en un país con 47 millones de habitantes no deja de ser algo anecdótico, sobre todo si lo comparamos con los varios cientos de muertes que se producen anualmente por accidentes en la cocina o en el cuarto de baño de nuestras casas.
Pero ya sabemos que muchos periodistas no saben ceñirse a los datos y mostrarlos dentro de un contexto adecuado, por eso tienen que acudir al morbo para buscar un titular llamativo e impactante, que es lo que importa. Lo primero es poner un adjetivo suficientemente acojonante, y entonces lo mejor es llamarlas abejas asesinas, que una abeja nos recuerda demasiado a Maya y eso más que miedo produce cariño. Lo segundo es hablar de ataques masivos e indiscriminados y a poder ser utilizar una terminología militar y bélica.
Con eso y con algún testimonio de alguien que vio la muerte muy cerca por culpa de estos insectos, ya esta listo el cóctel de acojonamiento y de paso nos olvidamos de otras cosas, que lo de Gibraltar lo dejamos para finales de agosto, como siempre.
Muy buena entrada David, como siempre muy inteligente. Un abrazo
ResponderEliminarBuenísimo el comentario; David. Saludos desde Talavera.
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