Como os comentaba hace unos días, el verano está llegando a su fin, y para la mayoría de los animales la época de reproducción ya se ha terminado. Unos han tenido éxito y han logrado que sus descendientes sobrevivieran y se independizarán, otros han fracasado y tendrán que esperar a la próxima estación para intentarlo de nuevo y muchos habrán perdido para siempre la oportunidad de pasar sus genes y desaparecerán sin dejar rastro. La evolución está llena de historias de éxitos y fracasos y sólo aquellos más aptos, más fuertes o más hábiles, lograrán perdurar y traspasar sus genes a las futuras generaciones.
En un prado de las montañas cantábricas, una hembra de Gato montes (Felis silvestris) ha salido del refugio donde permaneció durante las horas más calurosas del día y ha comenzado su jornada de caza. Escondidos debajo de unos arbustos, dos cachorros ya crecidos esperan a que su madre les traiga la cena.
Caminando sigilosamente, atenta a los ruidos que escucha bajo tierra, se va acercando a la boca de la madriguera de una rata topera (Arvicola scherman). El prado está totalmente perforado por sus galerías y cada pocos metros se abre la boca de la madriguera donde de vez en cuando el inquilino asoma la cabeza. Ese es el momento que está esperando la gata para capturarlo.
Después de unos pocos pasos se detuvo en seco y tras unos interminables segundos, dio un salto para precipitarse sobre la entrada de la topera. Introdujo una pata en el agujero e intentó atrapar a la rata. Pero esta vez no tuvo suerte, la rata se escapaó y seguramente permanecerá escondida hasta que se le pase el susto. La mayoría de los depredadores tienen que realizar varios intentos antes de conseguir atrapar una presa y los gatos monteses no son una excepción.
La selección natural afecta de igual manera a depredadores y presas, de hecho, la interacción entre ellos es una auténtica carrera evolutiva de armamentos. Los depredadores evolucionan continuamente para desarrollar técnicas de captura más sofisticadas y efectivas. mientras que las presas, por su parte, desarrollan estrategias defensivas para evitar esos ataques. Sólo los depredadores más eficaces y las presas más esquivas sobrevivirán el tiempo suficiente para poder perpetuarse.
Después de varios intentos infructuosos la gata se tumbo a descansar. No tenía excesiva prisa y todavía había bastante luz. Aún así, no tardó en levantarse y volver a intentarlo de nuevo. En uno de esos intentos por fin consiguió atrapar a una rata y después de sacarla de la madriguera la mató de un mordisco y empezó a caminar con ella en la boca hacia donde la esperaban sus cachorros.
Cuando estaba a unos pocos metros del sauce donde se escondían, dos cachorros muy crecidos salieron a su encuentro con la cola levantada en alto. Ya tenían casi el mismo tamaño que ella y les queda poco tiempo para disfrutar de la comida gratis. Dentro de unas pocas semanas los abandonará y tendrán que aprender a cazar por si mismos para poder sobrevivir al duro invierno que se acerca. Pero por ahora no deben preocuparse de eso, la gata dejó la presa delante de ellos y después de jugar un rato con ella comenzaron a comer. La carrera no ha hecho más que empezar y les quedan por delante muchas pruebas que superar hasta lograr el éxito de su madre.
Antes de terminar esta entrada quisiera agradecer a Ana y a Héctor que me hayan acompañado a ver estas escenas. Hace ya varios años que conozco a Héctor, desde poco después que comenzara la carrera de biología, y todavía me sigue sorprendiendo cada vez que salgo con él de monte. Y no sólo por sus conocimientos sino sobre todo por el profundo amor que siente por la naturaleza y sobre todo por "sus" gatos monteses.
NOTA: haced click en las fotos si las queréis ver a mayor tamaño.
Enhorabuena David por poder disfrutar de momentos tan emotivos y lograr un reportaje de ésta calidad. Un abrazo.
ResponderEliminarJ. A. García Fernández
Una gran calidad en el reportaje y en la forma de ver la naturaleza. Inclan-pi
ResponderEliminarBuena entrada David y las fotos de lujo .Un saludo .
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