lunes, 23 de febrero de 2015

Los jardineros del bosque

Las semillas deben ser dispersadas lejos de la planta madre para asegurarse su futuro. De esta forma evitan la competencia por la luz y los nutrientes y aumentan sus posibilidades de sobrevivir. Para conseguir este objetivo se sirven de varios medios siendo los tres principales el aire, el viento y la ayuda de los animales.

En el caso de las dispersión por los animales o zoocoria, son muchas especies de plantas las que dependen casi exclusivamente de sus potenciales depredadores para dispersar sus semillas. Aunque pueda parecer una paradoja, una semilla sabrosa y apetitosa tiene más posibilidades de ser dispersada que una que no lo sea. Se trata de un claro ejemplo de mutualismo, en el que los dos miembros de esta relación salen beneficiados. De todas formas, hay otros casos, por ejemplo el de algunas plantas que producen semillas recubiertas de ganchos o espinas y se dispersan pasivamente al engancharse al pelo de algunos animales, en las que el portador no obtiene ningún beneficio.

Las plantas usan distintas estrategias para dispersarse gracias a los animales. Algunas encierran sus semillas dentro de una envoltura carnosa, de forma que cuando ese fruto apetitoso es consumido, las semillas pasan al tracto digestivo de los animales y son expulsadas con los excrementos, normalmente a gran distancia de donde fueron consumidas. De hecho, para algunas semillas es necesario este tránsito intestinal para poder germinar.

Otras semillas, por ejemplo, las bellotas de robles y encinas, no están rodeadas de un fruto carnoso y para dispersarse cuentan con la capacidad de algunos animales para almacenar los excedentes. Evidentemente, muchas semillas serán consumidas y por lo tanto nunca podrán dar lugar a una nueva planta, pero el hecho de que la producción esté concentrada en unas pocas semanas al año, hace que muchos animales que se alimentan de ellas no sean capaces de consumirlas todas en el momento y prefieran almacenar una parte para comerlas en los siguiente meses.


Si observamos a una ardilla en plena época de producción de semillas, veremos como una vez que encuentra alguna es probable que se la coma en el sitio, pero si hay muchas y ya está saciada, seguirá recogiéndolas, pero en vez de comérselas las transportará, escavará un agujero en el suelo y las enterrará. En unas pocas semanas, una sola ardilla puede enterrar varios cientos de bellotas y recordará el sitio donde enterró muchas de ellas, pero otras muchas no las recogerá nunca, ya sea porque se olvidó del lugar exacto donde estaban o porque no las necesitó.


Pero si hay una especie que se caracteriza por su capacidad de almacenar semillas, una capacidad que puede llegar al grado de obsesión, ya que se ha observado que si no las encuentra es capaz de transportar y esconder piedras con tal de "quitarse el mono" (Clayton et al., 2014), ese es el arrendajo (Garrulus glandarius) o glayu como lo llamamos en Asturies. En una sola temporada, un sólo arrendajo es capaz de almacenar entre 4000 y 5000 bellotas (Vázquez, 1997), algunas de las cuales son transportadas a más de 6 kilómetros del árbol que las produjo.

Las bellotas almacenadas durante el otoño, son consumidas durante el invierno, pero incluso son usadas para alimentar a los pollos en primavera e incluso pueden ayudar a los jóvenes a subsistir durante su primer año de vida. Pero como he comentado en el caso de las ardillas, muchas de las bellotas enterradas por los arrendajos no serán consumidas y acabarán germinando dando lugar a nuevos árboles.

En la Península Ibérica se considera que el arrendajo es el es dispersante más frecuente y efectivo de los robles, los alcornoques y las encinas, y su importancia para estas especies es tan grande que algunos autores han sugerido que el arrendajo y otras especies afines podrían ser los agentes causantes de la rápida expansión de este grupo tras la última glaciación (Johnson y Webb, 1989).

Curiosamente, esta especie, al igual que otros córvidos y otros importantes dispersores de semillas como varias especies de zorzales, no tienen ningún tipo de protección legal y muchos miles de ellos son matados todos los años por cazadores y escopeteros.

Cada vez resulta más evidente que la conservación de la naturaleza no depende tan solo de la protección de unas determinadas especies, sino de la de los ecosistemas en su conjunto. De poco servirá proteger los robledales, los acebos o los tejos, si no protegemos a aquellas especies que se encargan de dispersar sus semillas.

Referencias
- Clayton, N.S., Griffiths, D., Bennett, A.T.D. (1994). Storage of stones by jays Garrulus glandarius. Ibis, 136: 331-334.
- Johnson, W.C., Webb, T. (1989). The role of blue jays (Cyanocitta cristata L.) in the postglacial dispersal of fagaceous trees in eastern North America. Journal of Biogeography, 16: 561–571.
- Vázquez, X. (1997). El Arrendajo. Pp: 474-475. En: Purroy, F.J. (Ed.). Atlas de las Aves de España (1975-1995). Seo/BirdLife – Linx Ediciones, Barcelona.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Vestidos de gala

A pesar de que aún nos encontramos en pleno invierno, la primavera ya empieza a sentirse a nuestro alrededor, y muchos animales ya han empezado a vestirse de gala para la reproducción. En nuestros ríos y costas, los cormoranes grandes están mudando su plumaje. En su cuello, pequeñas flipolumas blancas van cubriendo poco a poco su cuello y dentro de pocas semanas su imagen será espectacular y un penacho de plumas empieza a asomar por la parte posterior del cuello.


Cuando completen la muda nos nos abandonarán para retornar a sus lugares de reproducción en el norte de Europa, aunque ya hay muchas parejas que ya se reproducen en el interior de la Península Ibérica. 


Los ejemplares nacidos el año pasado aún conservarán su plumaje marrón durante un par de años más, hasta que alcancen la madurez sexual. Aún así, muchos de ellos también partirán hacia el norte en compañía de los adultos. Y no es un viaje en balde, su estancia en las colonias de cría les servirá para recopilar información que les ayudará a elegir el mejor lugar para reproducirse en el futuro.

NOTA: haced click en las fotos para verlas a mayor tamaño

martes, 17 de febrero de 2015

Petición de información: muertes accidentales de cormoranes moñudos en aparejos de pesca


La foto anterior la tomó mi amigo Gilberto hace un par de días en el Puerto de Tapia de Casariego. Me escribió para comentármelo y le pregunté si se había fijado si tenía algún aparejo enredado. No había visto nada, pero para confirmarlo se acercó de nuevo y las dudas se despejaron definitivamente.


Enredado en el cuello, un trozo de red de nylon dejaba claro cual había sido la causa de su muerte. El cormorán, un adulto en plumaje nupcial que con toda seguridad tendría el nido en una de las colonias cercanas, había muerto ahogado después de quedar atrapado en un tresmallo. No se trataba de un caso aislado, ni mucho menos. Todos los años, decenas de estas aves mueren atrapadas en aparejos de pesca, lo que está produciendo una dramática reducción de su población reproductora, que de seguir así acabará llevando a la extinción a estas poblaciones más pronto que tarde.


En la foto anterior, tomada por Juan Zaldivar en la Ría de la Villa en el verano de 2009 se puede ver a otro moñudo, esta vez un joven, que lleva enganchado un sedal. Con toda seguridad, al tratar de comer el pez prendido al anzuelo, acabó enganchado, lo que casi con total seguridad acabaría provocándole la muerte en pocos días.

Durante los últimos años he recopilado varios datos sobre capturas accidentales en aparejos de pesca, tanto de los ejemplares anillados como de ejemplares sin anillar, pero evidentemente solo representan una mínima fracción de los ejemplares que mueren anualmente por esta causa. Muchos cadáveres pasan desapercibidos, otros se hunden y otros a pesar de ser encontrados no se registran porque la información acaba perdida en un cajón o entre las páginas de un cuaderno de campo.


Debido a esto, os quería solicitar a todos aquellos que tengáis información sobre mortalidad de Cormoranes moñudos en el Cantábrico y en el Atlántico gallego que si es posible me la enviéis a esta dirección de correo: naturalezacantabrica[arroba]gmail.com

Sirven todos los datos, tanto aquellos en los que se pudo precisar la causa de muerte como en los que no se pudo confirmar. Si es posible os agradecería que en el mensaje hicierais constar los siguientes datos:
a) Lugar en que fue encontrado (lo más preciso posible, si se tienen las coordenadas mejor)
b) Fecha en que fue encontrado
c) Causa de la muerte (si se puede precisar: petroleado, enmallado, anzuelo, desconocida)
e) Estado: fresco, podrido, seco (muerto desde hace tiempo)

Todos estos datos se usarán para elaborar un documento técnico sobre la incidencia de las capturas accidentales en esta especie y para proponer una serie de medidas que intenten paliar en la medida de lo posible esta causa de mortalidad.

jueves, 12 de febrero de 2015

La Iglesiona de Vidíu, la cueva marina más espectacular de Asturies

El Cabu Vidíu, en Ouviñana, es uno de los lugares más impresionantes de la costa asturiana. Sus acantilados verticales de más de 80 metros de altura solo son superados por los del Cabu Peñes, aunque en belleza no tienen nada que envidiar a los del cabo gozoniego. 


La cara este del cabo es la más espectacular de todas y es en ella donde los acantilados formados por estratos de cuarcitas y pizarras alcanzan la mayor altura y verticalidad. En estos acantilados se asentó una de las últimas colonias de Arao común (Uria aalge) de la Península ibérica, desapareciendo como reproductor a mediados del siglo pasado. Actualmente, las gaviotas patiamarillas (Larus michaellis) y los Cormoranes moñudos (Phalacrocorax aristotelis) son los únicos representantes de la avifauna marina reproductora del lugar. Al norte, separado por un pequeño canal, se encuentra el Horrión del Cabu, un islote de unos 30 metros de altura que algunos estudios apuntan a que podría tener su origen en el desprendimiento de una gran roca del mismo cabo.


La cara oeste del Cabu Vidíu es menos vertical y cae directamente sobre la playa de Peñadoria. En el extremo del cabo se edificó un faro entre 1948 y 1950, que fue el último faro construido en Asturies y uno de los últimos que se edificaron en España.

Pero aparte de la gran belleza del cabo y de las vistas desde el mismo, uno de sus mayores atractivos se esconde en sus entrañas, pasando desapercibido para la gran mayoría de la gente que visita este lugar. Justo debajo del faro se encuentra una de las mayores y más espectaculares cuevas marinas de la costa asturiana, la Iglesiona, que abre una de sus tres bocas, la de mayor tamaño, hacia el norte, por lo que solo es visible desde la mar.

Rafa Busta en la playa de la Iglesiona

Para acceder a la cueva desde tierra hay que descender por el acantilado de la cara oeste siguiendo un camino estrecho y empinado que al final tiene un desplome de un par de metros. Hace un par de días, visitamos esta cueva con un guía de excepción, Alfonso, de Cai Milio, un enamorado de la zona y gran conocedor de este increíble lugar, y con Félix, que con ayuda de unas cuerdas hicieron mucho más sencillo el descenso. Como íbamos a grabar un nuevo capítulo para el programa de la Mar, que empezará a emitirse en un par de semanas en la RTPA, tuvimos que bajar un generador por el acantilado, lo que no fue una tarea fácil, pero como podréis ver en las imágenes, el esfuerzo mereció la pena.


La entrada a la cueva se hace por una pequeña boca que queda descubierta en marea baja. Tras pasar un pequeño túnel, la cavidad se abre para dejarnos ver la impresionante cúpula circular que se alza hasta los 40 metros de altura.


Como ya he comentado, para visitar la cueva hay que acceder en marea baja y a poder ser con la mar en calma, ya que está muy expuesta y durante las marejadas, la mar atraviesa la cueva de un lado a otro por lo que puede resultar muy peligrosa.


Hacia el oeste, una de las tres entradas de la cueva se abre para dejar ver parte de la costa occidental de la costa de Cuideiru y al fondo las sierras costeras del concejo de Valdés.

Después de que Alfonso nos comentara los secretos de la Iglesiona e hiciera sonar la caracola con la que hace años los marineros alertaban a los barcos en los días de niebla, llegaba la hora de marcharse. La marea estaba subiendo y la cueva se cerraría hasta la siguiente bajamar.

Por supuesto, no hay que olvidar que siempre que se va a la mar, siempre que se baja por un acantilado, siempre que se depende de la marea para entrar o salir, hay que tener mucho cuidado y mucho respeto porque un mal paso o perder la noción del tiempo, puede acabar siendo muy peligroso. En este caso, nunca hay que bajar solo, siempre hay que bajar acompañado y a poder ser de alguien que conozca la zona. Tampoco hay que fiarse de las cuerdas y cabos que pueden llevar mucho tiempo colocados y en cualquier momento se pueden romper. No hacer caso de estos consejos puede dar lugar accidentes, y por desgracia no es algo inusual, como podéis ver en aquí.

En ESTE ENLACE podéis ver el programa que grabamos ese día, y que dedicamos a la zona de la costa de Cuideiru empezando por Nuveana visitando la Iglesiona y recorriendo otras zonas próximas.

NOTA: haced click en las fotos para verlas a mayor tamaño.

lunes, 9 de febrero de 2015

El uso de minicámaras para grabar el comportamiento animal

Desde hace unos años las minicámaras de vídeo se han puesto de moda, sobre todo para la grabación de deportes de aventura y acción. Se trata de cámaras de pequeño tamaño, de un precio relativamente asequible y que pueden grabar vídeos en alta definición. Además, están provistas de una carcasa estanca, lo que permite que se puedan mojar e incluso sumergir hasta una profundidad de 40 metros. 

Las GoPro son probablemente las más conocidas entre este tipo de cámaras

Estas características hacen de estas cámaras una herramienta muy útil para grabar imágenes del comportamiento de los animales, ya que apenas interfieren con ellos y estos se comportan con naturalidad. Por otra parte, muchas de estas cámaras están provistas de conexión wifi, lo que permite que podamos cambiar los parámetros de las mismas, encender o pausar la grabación a distancia o previsualizar las imágenes desde un teléfono móvil o una tablet.

Desgraciadamente, la señal de wifi se pierde debajo del agua, por lo que si queremos hacer grabaciones en este medio tendremos que grabar continuamente y al terminar la sesión no tendremos más remedio que visionar toda la grabación (que puede ser de más de dos horas) y luego seleccionar los fragmentos que nos interesen. En el vídeo que tenéis a continuación podéis ver cómo está dispuesta la cámara en un frezadero de Trucha común (Salmo trutta) y el resultado de la grabación.



Como podéis observar, las truchas se comportan con total naturalidad y no desconfían de la cámara. La única precaución que hay que tomar es la de colocar la cámara en el lugar adecuado y confiar en que los animales se coloquen delante de ella. Será necesario observar previamente desde fuera el lugar donde se está produciendo el cortejo y sobre todo el lugar donde las hembras están excavando la cama donde depositarán los huevos. Una vez localizado el sitio, y sobre todo, una vez tomadas una referencias visuales en el sustrato, colocaremos la cámara y esperaremos a que los peces regresen.

Para este tipo de grabaciones necesitaremos colocar la cámara lo más estable posible. En el caso de las truchas fijé la cámara con un soporte a un plomo de buceo de 2 kg y de esta forma, incluso con fuertes corrientes, apenas se notaron vibraciones. 

Si las condiciones son buenas, con suficiente luz y con agua transparente, la calidad de las imágenes que obtendremos no tienen nada que envidiar de las que podemos conseguir con cámaras de más prestaciones. En el siguiente vídeo podéis ver una grabación de un tiburón azul o tintorera (Prionace glauca) obtenida a 7 millas de la costa de Ribesella (Asturies) durante una salida para ver aves marinas.



Pero no nos engañemos, estas cámaras tienen varias limitaciones, sobre todo en condiciones de poca luz, aunque es cierto que las últimas versiones han mejorado bastante en este aspecto, sobre todo porque han mejorado la óptica, lo que se ha traducido en un aumento de la nitidez y la luminosidad. Por otra parte, no hay que olvidar que estas cámaras graban en modo autómático, por lo que apenas podremos modificar unos pocos parámetros: la resolución (en pixeles), los fotogramas por segundo con los que grabar y los modos de grabación del gran angular (Wide, Medium y Narrow). El modo Wide es el que ofrece una mayor calidad pero redondea la imagen (ojo de pez). Este modo será muy útil si grabamos debajo del agua debido a la refracción de la luz en este medio. 

Cuando grabamos fuera del agua el "redondeo de la imagen" se hace más patente. En el siguiente vídeo, en el que he colocado la cámara frente a una caja nido ocupada por una pareja de Carboneros comunes (Parus major) se pueden observar los distintos tipos de angular que nos permite la cámara.



Y no nos olvidemos de que si usamos la cámara fuera del agua podremos conectar el wifi para previsualizar las imágenes y grabar cuando queramos. Pero tampoco debemos olvidar que si conectamos el wifi, la duración de la batería se reducirá considerablemente.

A pesar de que estos vídeos han sido grabados con cámaras GoPro (hero 2 y hero 3), hay otras muchas marcas que ofrecen similares prestaciones y tienen precios muy parecidos. algunas por menos de 60€. 

lunes, 2 de febrero de 2015

Playas de invierno

La costa occidental de Asturies esconde rincones de gran belleza que apenas son conocidos. Pequeñas calas, en ocasiones de unas pocas decenas de metros de longitud a las que muchas veces solo se puede acceder por estrechos y peligrosos caminos en el acantilado. En invierno, la mayoría de estas playas están desiertas y solo algunos pescadores y mariscadores locales bajan de vez en cuando cuando la mar se lo permite.


Son playas de cantos rodados que las olas mueven y cambian de sitio con las mareas, playas con rocas de aristas afiladas y otras pulidas y erosionadas después de muchos años, playas ruidosas y vivas.


Afortunadamente no son playas cómodas para la mayoría de los bañistas de toalla y crema solar, a pesar de que en algunas se han construido accesos con escaleras y barandillas de muy dudoso gusto, y esto las ha salvado de la especulación urbanística y de la basura multicolor con que nuestra especie decora las playas en las que se siente más a gusto.

Y es ahora, en invierno, con cielos grises y nubes amenazadoras, con olas que rompen contra el acantilado y con el ruido de las piedras arrastradas por la resaca, cuando nos enseñan todo su encanto.