Tras el hundimiento del Oleg Naydenov hay dos cosas que han quedado claras, la primera es que no se ha aprendido nada de los anteriores accidentes de este tipo, cosa que era previsible y esperable, ya que después del hundimiento del Prestige y salvo las bravuconadas de los primeros días, todo ha seguido igual. No se han construido puertos sucios, no hay un protocolo de actuación rápida ante un accidente y el descontrol de las autoridades es absoluto, ya que cada uno sigue haciendo lo que le viene en gana sin dar ni pedir explicaciones a nadie.
La segunda lección es que ha quedado demostrado que la mar nos sigue importando un carajo. Se vende como un éxito que el fuel no llegue a la costa, porque eso perjudicaría al turismo, pero que el combustible se derrame en mar abierto, contaminando y emponzoñándolo todo, no le importa a nadie. Seguimos considerando la mar como un vertedero donde arrojar nuestros desperdicios. Para deshacernos de los residuos construimos colectores que arrojan nuestra mierda muchos kilómetros mar adentro, para así no olerla desde tierra. Si un barco tiene riesgo de derramar su combustible en un puerto, lo llevamos a mar abierto para que se hunda allí, no sea que los bañistas dejen de venir y se nos joda el negocio del veraneo. Igual que el alcalde de Amity Island cuando le decían los científicos que un puñetero tiburón del tamaño de una casa se iba a comer a los turistas, las autoridades canarias, que hace unos meses hablaban de ballenas y delfines para oponerse a los sondeos de Repsol, ahora tranquilizan a la población diciendo que la porquería está muy lejos, y que el viento la llevará más lejos aún, que no hay problema para darse un baño ni para ir a los hoteles. El ministerio de Fomento vende cómo un éxito que la mancha de fuel esté a 92 km de Canarias, igual que cuando en vez de limpiar la casa escondemos la porquería debajo de la alfombra. Frases como la pronunciada por María Dolores Pérez, doctora en Ciencias del Mar e investigadora del Instituto de Oceanografía de Boston (“Hemos tenido mucha suerte de que el vertido se produjera en primavera porque el flujo va hacia el sur y no hay una recirculación hacia el este”) no dejan lugar a dudas.
Y mientras unos y otros aprovechan la campaña electoral para ponerse a parir y para jugar al "y tú más" a ver si así ganan unos votos, el Oleg Naydenov sigue derramando el combustible de sus tanques hundido a 2500 metros de profundidad. Y allí lejos, a muchas millas de las playas turísticas, ese combustible está matando a cientos de aves marinas, tortugas, cetáceos, peces y todo tipo de organismos, muchos de los cuales se servirán en las tapitas de los restaurantes canarios a los turistas. No los vemos, y si no los vemos no existen. Solo unos pocos, una mínima parte de los que morirán, llegarán a la costa y entonces se montará un dispositivo de emergencia para limpiarlos y limpiar de paso nuestras conciencias y seguir vendiendo la moto de que los señores que han provocado todo este desastre, los mismos que provocaron todos los anteriores, están muy preocupados por el medio ambiente.
NOTA: Ayer mismo se decretaba como zona de exclusión aérea el área de la mancha, que ya tiene una longitud de 70 km. Cuanta menos información se tenga mejor, una nueva muestra de la política de transparencia de la que alardean algunos.
NOTA: Ayer mismo se decretaba como zona de exclusión aérea el área de la mancha, que ya tiene una longitud de 70 km. Cuanta menos información se tenga mejor, una nueva muestra de la política de transparencia de la que alardean algunos.
"Se vende como un éxito que el fuel no llegue a la costa, porque eso perjudicaría al turismo"
ResponderEliminarAsí es. Verdades dolorosas como esta me parecen el ejemplo más perfecto de la hipocresía, el egoísmo y la soberbia del hombre moderno: la naturaleza reducida a materia que explotar para nuestra industria y posterior saco donde verter los desperdicios que la misma industria origina.
Me ha gustado mucho tu post, y creo que tienes toda la razón en esta cuestión. Yo reconozco que no había hecho mucho caso a lo de este naufragio (lo siento), pero estoy de acuerdo con lo que dices.
ResponderEliminarAl final, lo "sonrojante" (por no decir algo más fuerte) es el papel de los políticos intentando entrar a los aspectos técnicos, y la ausencia de los técnicos (salvo los de "fuera del sistema"), fundamentalmente porque asistimos a un debate público prácticamente inexistente, donde todo queda mediatizado por los medios de comunicación.
No obstante, yo también creo que las soluciones no han de ser fáciles, y que nuestro actual modo de vida conduce inexorablemente a que el medio ambiente es el sumidero de todo. Por ello, necesitamos cambios progresivos pero sinceros, eficaces.
Razón en el fondo en esta frase: "La segunda lección es que ha quedado demostrado que la mar nos sigue importando un carajo"
ResponderEliminarPero es cierto, que el turismo se ha salvado y de eso viven muchos mientras solo una tortuga y una pardela se han manchado.
El petroleo bien descompuesto por la acción del mar o quemado genera residuos, tanto los gases como su efecto en el mar son iguales de tóxicos, solo que al perderse en la mar hemos desaprovechado un recurso utilizable.
En todo escenario donde participan medios aéreos durante un tiempo prolongado se declaran zonas de exclusión igual que en las proximidades de los aeropuertos o sobre las ciudades, en este caso se prohibe volar a baja altura. no todo debe ser conspiranoia
Totalmente de acuerdo en todo. Solo un apunte más. Si nos circunscribimos exclusivamente al tema económico (que es lo que les/nos importa) me gustaría saber cual era la estimación de coste de limpiar un puerto en el que estaba ardiendo y podría haber derramado su fuel el barco, y cual va a ser ahora el precio de la exploración, sellado y posterior extracción de crudo de un pecio hundido a 2500 m de profundidad. Listos, que son muy listos.
ResponderEliminarUn saludo