Después de un par de semanas de desconexión, cuando el orbayu y la niebla nos recuerdan que el otoño ya está llamando a la puerta, no puedo olvidarme de las muchas cosas que pasaron en estas últimas semanas. Entre todas esas experiencias recuerdo una de ellas, la vivida hace tan solo 10 días, cuando invitado por mi amigo Gorka Ocio salimos a la mar desde el puerto de Santurtzi para ver ballenas.
Aunque las estrellas del viaje eran los rorcuales comunes, que en esas aguas y en estas fechas acuden a alimentarse, yo quería ver zifios, esos fantasmas del abismo que pueden permanecer más de una hora sumergidos persiguiendo calamares en la oscuridad y que en Asturies, aunque se ven de vez en cuando, son mucho más raros que aquí. Estas zona del Golfo de Bizkaia es uno de los mejores sitiospara verlos, ya que a pocas millas de costa la profundidad de la mar supera los 2000 metros y es ahí donde los zifios se alimentan.
Cuando apenas habíamos salido del puerto, nos encontramos con un enorme grupo de delfines mulares (Tursiops truncatus) que se alimentaban de sargos que acosados por todos los frentes nadaban hacia el barco para intentar zafarse sin éxito de sus perseguidores. Junto a los adultos, varias crías nadaban junto a ellos, pero la manada los mantenía alejados, para lo que acudían a la proa a "jugar" con nosotros. Este comportamiento, que había sido interpretado como un juego en el que los delfines disfrutaban nadando junto a las embarcaciones puede que no sea tan lúdico como parecía, y según algunos estudios podría ser una maniobra de distracción para alejarnos de las crías. De hecho, una vez que los delfines que nadaban junto al barco se habían alejado lo suficiente del grupo principal, de repente desaparecían como por arte de magia.
Después de disfrutar de los delfines seguimos viaje mar adentro, queríamos encontrar a los gigantes de la mar y aún teníamos varias horas de navegación hasta llegar a donde estaban. Durante el trayecto nos sorprendió la escasa presencia de aves marinas, sobre todo de algunas especies como el alcatraz (Morus bassanus), ya que ni un solo ejemplar se dejó ver durante toda la jornada, a pesar de que eran las mejores fechas para la migración de esta especie.
Pardela capirotada
Solo algunos grupos de pardelas aparecían dispersos, descansando sobre la superficie del agua y alzando el vuelo cuando nos acercábamos para posarse de nuevo unos metros más lejos. Las más numerosas resultaron ser las pardelas capirotadas (Puffinus gravis), que durante estos meses se encuentran en migración hacia el hemisferio sur, hacia el archipiélago de Tristán da Cunha, donde se reproduce la práctica totalidad de los individuos de estas especie.
Pardela sombría
Junto a las pardelas capirotadas vimos algunas pardelas sombrías (Puffinus griseus), que al igual que las capirotadas también se encontraban repostando para seguir viaje hacia las islas del sur. Alguna pardela cenicienta (Calonectris diomedea) y varios paíños (Hydrobates pelagicus) también aparecieron junto al barco, aunque en menor número de lo que sería normal para estas fechas.
Ya llevábamos varias horas navegando y habíamos llegado a la zona preferida por los rorcuales y los zifios, pero a pesar de que mirábamos continuamente con los prismáticos en todas direcciones, no había ni rastro de lomos ni soplos. En la mar nunca hay que perder la esperanza, pero este día parecía que a pesar de que las condiciones eran inmejorables, los gigantes estaban escondiéndose de nosotros.
Pero mientras mirábamos a lo lejos en busca de soplos, a unos pocos metros del barco apareció un enorme lomo, un lomo inconfundible por las innumerables marcas que tenía sobre la piel. Se trataba de un gran macho de Zifio de Cuvier (Ziphius cavirostris) que nadaba al lado de una hembra, reconocible por su piel lisa y sin apenas marcas.
Los machos de zifio persiguen a las hembras para aparearse con ellas. En ocasiones se pueden ver varios machos persiguiendo a una misma hembra y en estos casos, los machos luchan entre sí hasta que el más fuerte se queda solo. Durante estas luchas, los rivales se agreden usando para ello sus dos prominentes dientes, fácilmente reconocibles en los individuos más grandes.
Las mordeduras de los machos dejan cicatrices permanentes sobre su piel, por lo que los ejemplares más viejos llegan a tener un aspecto casi totalmente blanco debido a la superposición de las mismas. El diseño de estas marcas, distinto para cada animal, hace que sea posible identificarlos individualmente y de esta forma seguirlos año tras año.
Después de varios minutos de observación, los zifios arquearon el lomo y se sumergieron para pasar más de una hora bajo el agua. Por fin los había visto a placer, como no los había visto nunca y creo que la sonrisa no se me quitó de la cara en todo el día.
Delfín común
Delfín listado
A pesar de que los rorcuales no aparecieron, la presencia de delfines fue continua durante todo el viaje, en ocasiones en grupos de más de 100 individuos. Además de los mulares, que volvimos a ver mar adentro, varios grupos de delfines comunes (Delphinus delphis) y comunes listados (Stenella coeruleoalba) rodearon el barco, aunque parecían estar más preocupados por alimentarse que por acercarse a nosotros. Esta última especie es de hábitos más pelágicos que el delfín común, pero no es raro que forme grupos mixtos con ellos.
Ya era hora de regresar, estábamos a 35 millas de la costa y aún quedaban unas cuantas horas para llegar a puerto, así que haciendo un pequeño rodeo para apurar las ultimas opciones de ver a los rorcuales dimos la vuelta rumbo a casa. Al final los rorcuales no quisieron aparecer, a pesar de que se estuvieron viendo casi continuamente durante las últimas salidas, pero aún así el día había merecido la pena con creces.
Una vez de vuelta en Santurtzi, quedaba despedirse y comentar la experiencia, que sin duda repetiremos la mayoría de nosotros. Antes de nada quisiera agradecer a Gorka la invitación para disfrutar de este viaje (gracias txabalote) y recomendaros que visitéis la página de Verballenas.com donde podréis encontrar toda la información sobre las salidas y como apuntarse a ellas, y también la página de Facebook, donde podréis estar al día de todas las novedades de cada salida y quedaros boquiabiertos con las fotografías de Gorka.
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