El pasado sábado se vivió una de las jornadas más negras en Asturies, tan negra como el aspecto que tenía el monte cuando amaneció el domingo después de una noche en el infierno. El sábado por la tarde, Asturies se convirtió en una antorcha, con más de 130 incendios, la mayoría de ellos en el occidente, y el domingo a las 7 de la tarde aún permanecían activos más de 100.
Las condiciones meteorológicas, con altas temperaturas y fuertes vientos de componente sur eran el caldo de cultivo perfecto para que el fuego se propagara a gran velocidad y las tareas de extinción fueran más complicadas. Y los que encendieron la cerilla y el mechero los sabían y no querían desaprovechar la oportunidad. No les importaba el monte, ni la gente que podía perder sus casas o incluso sus vidas. El fuego era una herramienta para conseguir sus fines, las consecuencias eran daños colaterales que no les importaban.
Ayer, mientras varios de mis amigos de la zona enviaban mensajes y fotografías, con las llamas cercando sus casas y con el miedo metido en el cuerpo, la prensa culpaba al viento y al calor de la ola de incendios, como si el aire llevara cerillas y mecheros. Pero también se culpaba al propio monte que se quemaba, a las ramas, al sotobosque y a la madera muerta, como se culpa al río de las inundaciones, tratando una vez más a la víctima como si fuera el verdugo.
Y hoy por la mañana, mientras los políticos visitaban las zonas afectadas, pedían prudencia a la hora de señalar culpables. Estaban en plena jornada electoral y mejor culpar al monte, que no vota, que a los verdaderos artífices del desastre. Incluso Javier Fernández, presidente del Principado de Asturias, en un alarde de locuacidad digna de una película de los hermanos Marx, hacía malabares lingüisticos con esta frase:
"
Ahora mismo no estoy en condiciones ni me voy a referir a esa simultaneidad que en principio parece imposible ni a si los incendios han sido a consecuencia en algunos casos de acciones intencionadas o no" (Javier Fernández,
LNE 21/12/15)
Sublime
¿Pero quién quema el monte?
Los datos y los informes publicados por las Brigadas de Investigación de Incendios Forestales del Principado de Asturias (BRIPAS) dejan bastante claro que ni el monte y su supuesta "suciedad", ni el viento, son los que provocan los incendios. Lo primero que nos dicen es que más del 80% de los incendios que se producen en Asturias son intencionados, siendo la segunda causa las negligencias y los accidentes.
Causas de los incendios forestales en Asturias (2002-2010). Fuente: BRIPAS
No es demasiado creíble que el viento y la "maleza" tengan intencionalidad, sino que más bien son los intereses de ciertas personas los que provoquen esos incendios. Pero, qué le puede pasar por la cabeza a una persona para provocar un incendio. Pues los datos de BRIPAS lo dejan bastante claro
Motivación de los incendios forestales en Asturias (2002-2010). Fuente: BRIPAS
El 68% de los incendios provocados tienen por objeto favorecer el pasto para el ganado y un 5% se producen al quemar el matorral, mientras que otros motivos son las disputas por terrenos, venganzas personales o piromanías. Sin lugar a duda, la actividad ganadera, lejos de prevenir los incendios,
como hace unos años afirmaba sin tapujos el anterior consejero de Medio Rural y Pesca del Principado de Asturias, está detrás de muchos de ellos. Y esto no ocurre solo en Asturias, a nivel nacional la mayoría de los incendios intencionados están relacionados con la actividad agraria y ganadera, tal como confirman los informes del MAGRAMA, que se pueden descargar en
este enlace.
Motivación de los incendios forestales en España. Fuente: MAGRAMA
La diferencia respecto a otras comunidades o regiones, es que el porcentaje de incendios intencionados en el total de la región noroeste alcanza el 76% del total frente al 47% de la región mediterránea y el 36% en las comunidades interiores, donde las negligencias representan una de las mayores motivaciones.
¿Pero qué diferencia a las comunidades del noroeste del resto de comunidades? Qué nos hace distintos. Pues aparte de las diferencias en la actividad ganadera, conviene fijarse en las formaciones forestales que más se queman en estos incendios
Porcentaje de especies afectadas por los incendios por especies. Fuente: MAGRAMA
Los datos reflejan claramente que las especies que más arden en los incendios forestales son el Pinus pinaster y el Eucaliptus globulus, las más utilizadas en repoblación forestal en el noroeste de la Península ibérica y que han sido las especies que más se han quemado en los incendios forestales de este pasado fin de semana. No hay duda de que la desastrosa gestión forestal, que ha convertido la cornisa cantábrica en un monocultivo de pinos y eucaliptos, tiene un gran efecto sobre la incidencia y la magnitud de los incendios, ya que tanto la resina de los pinos como los alcoholes y los aceites de los eucaliptos, han convertido a estas plantaciones en auténticas pirotecnias.
Hay otro colectivo especialmente proclive al uso del fuego para favorecer el desarrollo de su actividad, y es el de los cazadores, de hecho, varias Federaciones de Caza
ven positivas las quemas "controladas", según ellos para "favorecer a la avifauna".
Pero por si esto fuera poco,
la nueva Ley de Montes, aprobada en enero de 2015, permite recalificar los terrenos quemados en los incendios forestales. En la anterior normativa de 2003 se prohibía explicitamente el cambio de uso de estas áreas durante los 30 años posteriores a un incendio. Con la nueva ley, se han eliminado estas prohibiciones dejando la puerta abierta a que el fuego sea la herramienta perfecta para que se lucren empresarios sin escrúpulos a costa de la naturaleza de todos.
Mientras tanto se sigue menospreciándo a los científicos y se sigue tapándo los ojos ante unos datos indiscutibles.
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