Los sapos parteros son sin duda unas de las especies más singulares dentro de los anfibios ibéricos, debido a su particular forma de reproducción. Aunque el cuidado parental no es algo demasiado inusual dentro de este grupo de animales, sobre todo en las especies tropicales, la mayoría de las especies de anfibios se limitan a poner sus huevos en las charcas para posteriormente desentenderse de ellos y de los renacuajos.
En el sapo partero común (Alytes obstetricans), tras la puesta, el macho enrolla el cordón de huevos en sus patas traseras y lo transporta hasta que los renacuajos están a punto de eclosionar. Los machos pueden transportar las puestas de hasta 3 hembras distintas, por lo que pueden llegar a llevar más de 150 huevos a cuestas.
El pasado sábado, en los alrededores de una charca artificial formada en una cantera de pizarra, y gracias a las indicaciones de mi amigo Pablo Miki, localizamos varios ejemplares de partero que escondidos bajo las piedras esperaban a que oscureciera para empezar a cantar a coro. Entre ellos, un macho llevaba a cuestas una puesta a la que por su aspecto le faltaba muy poco para eclosionar.