Los sapos parteros son sin duda unas de las especies más singulares dentro de los anfibios ibéricos, debido a su particular forma de reproducción. Aunque el cuidado parental no es algo demasiado inusual dentro de este grupo de animales, sobre todo en las especies tropicales, la mayoría de las especies de anfibios se limitan a poner sus huevos en las charcas para posteriormente desentenderse de ellos y de los renacuajos.
En el sapo partero común (Alytes obstetricans), tras la puesta, el macho enrolla el cordón de huevos en sus patas traseras y lo transporta hasta que los renacuajos están a punto de eclosionar. Los machos pueden transportar las puestas de hasta 3 hembras distintas, por lo que pueden llegar a llevar más de 150 huevos a cuestas.
El pasado sábado, en los alrededores de una charca artificial formada en una cantera de pizarra, y gracias a las indicaciones de mi amigo Pablo Miki, localizamos varios ejemplares de partero que escondidos bajo las piedras esperaban a que oscureciera para empezar a cantar a coro. Entre ellos, un macho llevaba a cuestas una puesta a la que por su aspecto le faltaba muy poco para eclosionar.
Después de aproximadamente un mes tras el amplexo, los renacuajos ya se pueden ver perfectamente a través de la cáscara del huevo, con sus ojos negros y su cola ya formada. Si nos fijamos, podremos ver incluso como se mueven dentro de su estrecha prisión. Entre poco más de un mes y hasta 228 días según la población de que se trate, los renacuajos ya están listos para salir al mundo exterior (Richter-Boix et al., 2006).
En ese momento, el macho se acercará al agua, se introducirá en ella y agitará las patas para estimular a los renacuajos a salir, que una vez que sientan el contacto del agua romperán la envoltura del huevo y saldrán nadando en todas direcciones. Poco después de que hayan eclosionado, el macho se liberará de la carga que ha arrastrado durante todo ese tiempo y el collar de cáscaras vacías quedará en el agua como un recuerdo de su esfuerzo.
El desarrollo de los renacuajos de partero es muy lento y en algunas poblaciones de alta montaña puede prolongarse durante tres años, después de los cuales llegan a alcanzar más de 8 cm de longitud. Curiosamente, los metamorfos de esta especie son mucho mayores que los de otros anfibios anuros que en estado adulto tienen un tamaño considerablemente más grande.
Desgraciadamente, nuestros sapos parteros están en grave riesgo de desaparecer debido a la aparición de enfermedades emergentes, principalmente los hongos quitridios y los ranavirus. Estas enfermedades han provocado la extinción de varias poblaciones de esta especie en zonas tan alejadas como la sierra del Guadarrama y los Picos de Europa (Price et al., 2014).
Referencias
- Price et al. (2004) Collapse of Amphibian Communities Due to an Introduced Ranavirus, Current Biology. http://dx.doi.org/10.1016/j.cub.2014.09.028
- Richter-Boix, A., Llorente, G. A., Montori, A. (2006a). Breeding phenology of an amphibian community in a Mediterranean area. Amphibia-Reptilia, 27 (4): 549-559.
NOTA: haced clic en las fotos para verlas mejor
que guapo. gracias por compartirlo.
ResponderEliminarEs una pena que tales bellezas esten desapareciendo, los mejores recuerdos de mi infancia involucraban salir a medianoche con la linterna a verlos salir de sus agujeros para comenzar el canto. En la cordillera cantabrica es impresionante la variabilidad genetica de la especie, en San Sebastian los encontre con puntos rojos, mientras que a 70 km hacia el interior las motas solian ser mas anaranjadas y con otros tonos. Estupendo articulo, gracias por compartir la info!
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