A las 9 de la mañana de ayer aún no había amanecido en la mayor parte de Asturias. La imagen fantasmagórica de la ciudad a oscuras, con las farolas apagadas, con la gente mirando los relojes pensando que se habían levantado una hora antes, parecía sacada de una película de ciencia ficción. Solo el intenso olor a quemado y el cielo anaranjado nos indicaba que no se trataba de ninguna película, ni de algo tan extraño que no hubiera sucedido varias veces en los últimos años, pero esta vez lo vimos, lo olimos y lo sentimos.
Oviedo a las 9:10 de la mañana. Foto: Fermín Landeta
Como en diciembre de 2015 y en marzo de este mismo año, Asturias se estaba quemando viva, solo que esta vez también ardía Galicia y Portugal y el humo de todos esos incendios llegó hasta el centro y la costa de Asturias. El intenso calor de los últimos días y la predicción de fuertes vientos de componente sur ya hacía presagiar lo que iba a ocurrir. Porque no nos engañemos, el que quema el monte está tan pendiente de los partes meteorológicos como el marino que sale a la mar lo está del oleaje y la mar de fondo. Y por mucho que repitan el mismo mantra año tras año, ni el viento, ni el calor, ni la supuesta "suciedad" del monte hace que arda, solo la cerilla y el mechero encienden la llama.
También se volvió a hablar de pirómanos, como siempre, olvidando que la piromanía es una patología, y aquí el quema el monte no es ningún enfermo. El quema el monte en Asturias sabe bien lo que hace, y lo hace por interés, el 68% para generar pastos para el ganado, pero también para eliminar el matorral o por venganzas personales (Link Datos). Eso ya se sabe desde hace tiempo, porque así lo confirman tanto los informes de las BRIPAS como los de la Fiscalía. Y lo saben los políticos que ahora lloran lágrimas de cocodrilo mientras hace tan solo unos meses cambiaban la ley de montes para liquidar la figura de los acotamientos al pastoreo, que tenía como propósito disuadir a los incendiarios al eliminar los beneficios directos de esos fuegos intencionados.
Tampoco hay que olvidar la desastrosa política forestal, que tanto en Asturias, como en Galicia y el resto de la cornisa cantábrica, han convertido el monte en un polvorín, donde se han eliminado los bosques autóctonos para sustituirlos por monocultivos de especies pirófilas como pinos y eucaliptos. También por interés, por el interés de maderistas y papeleras, con el apoyo incondicional de la administración asturiana, que en 2015 eliminó cualquier restricción a estas plantaciones y que en la última revisión del plan forestal anunciaba que autorizaría las plantaciones de eucaliptos según la demanda de pasta de papel. Pero también con el beneplácito de los propietarios de los terrenos, que han vendido su alma al diablo a cambio de dinero fácil y rápido.
De todas formas, hay algo que hace que esta última oleada de incendios sea distinta de las anteriores. Algo sospechosamente extraño y terriblemente maquiavélico. Las zonas más afectadas por los incendios de Asturias no son zonas de especial importancia ganadera, al contrario de lo que ocurre en otras partes de Asturias. En Degaña, Ibias y Cangas del Narcea, al igual que en la zona del alto Sil, en el norte de León, que también se ha visto muy afectada por los incendios, hay pocas personas que vivan del ganado en comparación con las que se dedican a otras actividades como al minería. Se trata de zonas con grandes extensiones de robledales, zonas de gran importancia biológica, que han sido declaradas hace pocos años como Parque Natural. Los que provocaron estos incendios no buscaban generar pastos, ni tenían intereses madereros ni urbanísticos. Los que incendiaron el suroeste de Asturias sabían lo que hacían y han arrasado bosques centenarios que albergaban la mejor zona osera de la Península ibérica, varios de los mejores cantaderos de urogallo y centenares de hectáreas de bosque atlántico.
Desde la declaración del Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias no han sido pocos los que se han opuesto a esta figura de protección. Se han creado plataformas de afectados, se han hecho pintadas en carteles (que el Principado limpia con rapidez para no estropear la "marca Asturias) y han corrido ríos de tinta en los periódicos regionales quejándose de los osos, la fauna salvaje y de las limitaciones a las actividades económicas que supondría vivir en un espacio protegido.
Se ha calentado tanto el ambiente que solo ha bastado esperar a que la meteorología acompañara para que un malnacido pusiera en práctica sus amenazas y se llevara por delante todo lo que seguramente decía querer más que nadie: "Si no eres para mí, no eres para nadie". Porque muchos se han autoproclamado dueños del monte, los ríos, los bosques y todo lo que contienen, y prefieren verlos arder antes que ceder parte de sus supuestos "derechos ancestrales".
Hoy ha amanecido como es normal en el otoño asturiano, nublado y lloviznando, con esas nubes que ahora queremos tanto pero que dentro de una semana aborreceremos, porque son el mal tiempo, y queremos calor y sol para ir a la playa. Hoy casi nadie mira al cielo y dentro de unos días toda esta ola de indignación desaparecerá como la ceniza en el aire y el olor a quemado. Como ya ocurrió después de los terribles incendios de diciembre de 2015 y de marzo de este año, cuando cientos de hectáreas quedaron completamente arrasadas, al cabo de unas semanas ya nadie hablaba de ellos.
Ahora todos exigimos que se busque a los culpables de este desastre, pero, ¿quiénes son los culpables? Culpable es el que prende la cerilla, por supuesto, pero también los que hacen leyes que no castigan al incendiario y favorecen, por desidia o por electoralismo, que sigan quemando, o que ponen trabas a la investigación de incendios (más información aquí). Culpable es el vecino que conoce al que incendia pero calla, culpable es la prensa sensacionalista, analfabeta e incendiaria, nunca mejor dicho. Y culpables somos todos nosotros, los asturianos de azulejo de barra de bar y pegatinas en el coche, los de les fabes y la sidrina y la santina que no conduce pero me guía. Y somos culpables porque olvidamos pronto y no exigimos medidas contundentes para evitar que esto vuelva a suceder. Porque queremos verde pero no queremos lluvia, porque queremos bosques en las postales pero no nos importa que sean plantaciones de eucaliptos y pinos y porque presumimos de tener osos y lobos, pero solo si no molestan. Porque en resumidas cuentas, no queremos sacrificarnos ni siquiera un poco en conservar y proteger eso que de puertas afuera tanto decimos querer.
NOTA: mañana miércoles, a las 21:45h en la sección La Luciérnaga del programa Noche tras Noche (RTPA) hablaremos de los incendios. Es en directo, así que puede pasar cualquier cosa.
Desde la declaración del Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias no han sido pocos los que se han opuesto a esta figura de protección. Se han creado plataformas de afectados, se han hecho pintadas en carteles (que el Principado limpia con rapidez para no estropear la "marca Asturias) y han corrido ríos de tinta en los periódicos regionales quejándose de los osos, la fauna salvaje y de las limitaciones a las actividades económicas que supondría vivir en un espacio protegido.
Pintadas en Cantabria, muy parecedidas a las que se ven en Asturias
Se ha calentado tanto el ambiente que solo ha bastado esperar a que la meteorología acompañara para que un malnacido pusiera en práctica sus amenazas y se llevara por delante todo lo que seguramente decía querer más que nadie: "Si no eres para mí, no eres para nadie". Porque muchos se han autoproclamado dueños del monte, los ríos, los bosques y todo lo que contienen, y prefieren verlos arder antes que ceder parte de sus supuestos "derechos ancestrales".
Corzo muerto de asfixia en uno de los incendios que asoló Allande. Foto: Damián Arienza
Hoy ha amanecido como es normal en el otoño asturiano, nublado y lloviznando, con esas nubes que ahora queremos tanto pero que dentro de una semana aborreceremos, porque son el mal tiempo, y queremos calor y sol para ir a la playa. Hoy casi nadie mira al cielo y dentro de unos días toda esta ola de indignación desaparecerá como la ceniza en el aire y el olor a quemado. Como ya ocurrió después de los terribles incendios de diciembre de 2015 y de marzo de este año, cuando cientos de hectáreas quedaron completamente arrasadas, al cabo de unas semanas ya nadie hablaba de ellos.
Ahora todos exigimos que se busque a los culpables de este desastre, pero, ¿quiénes son los culpables? Culpable es el que prende la cerilla, por supuesto, pero también los que hacen leyes que no castigan al incendiario y favorecen, por desidia o por electoralismo, que sigan quemando, o que ponen trabas a la investigación de incendios (más información aquí). Culpable es el vecino que conoce al que incendia pero calla, culpable es la prensa sensacionalista, analfabeta e incendiaria, nunca mejor dicho. Y culpables somos todos nosotros, los asturianos de azulejo de barra de bar y pegatinas en el coche, los de les fabes y la sidrina y la santina que no conduce pero me guía. Y somos culpables porque olvidamos pronto y no exigimos medidas contundentes para evitar que esto vuelva a suceder. Porque queremos verde pero no queremos lluvia, porque queremos bosques en las postales pero no nos importa que sean plantaciones de eucaliptos y pinos y porque presumimos de tener osos y lobos, pero solo si no molestan. Porque en resumidas cuentas, no queremos sacrificarnos ni siquiera un poco en conservar y proteger eso que de puertas afuera tanto decimos querer.
NOTA: mañana miércoles, a las 21:45h en la sección La Luciérnaga del programa Noche tras Noche (RTPA) hablaremos de los incendios. Es en directo, así que puede pasar cualquier cosa.
Se puede decir más alto pero no más claro. Un abrazo solidario desde Galicia, compartiendo la misma tristeza e indignación
ResponderEliminarGracias Marieta, un abrazo.
EliminarMucha razón y hay que educar si es posible a toda esa gente cazurra que piensa que es mejor quemar que proclamar una reserva y si no aprenden a cuidar multa o a la cárcel.
ResponderEliminarYo siempre he confiado en la educación, pero por desgracia cada vez estoy más decepcionado, precisamente porque a mucha de la gente que ha prendido estos fuegos ya les pasó el tiempo de la educación. En este caso, lo único que puede funcionar, son por una parte medidas que eliminen los beneficios directos que se obtienen del fuego, por ejemplo acotando al pasto los terrenos quemados, y por otra las sanciones ejemplares, tanto económicas como de prisión.
Eliminarun saludo
Amen!
ResponderEliminarLo mas sensato que he leido estos dias! Si no te inporta lo conparto en mis redes
Puedes compartir lo que quieras.
Eliminarun saludo
Brilante, David. Triste pero brillante.
ResponderEliminarGracias, Alber.
Eliminarun saludo
No se puede decir mejor ni más claro. Yo tambien lo comparto.
ResponderEliminarGracias.
Gracias Susana. Todo lo que aparece en esta página se puede compartir, es público.
Eliminarun saludo
Perfecto artículo. Un abrazo muy fuerte
ResponderEliminarGracias por tus palabras David. Algo de reflexión entre tanto analisis barato y demagogia viene muy bien.
ResponderEliminarNiko
Gracias a ti, Niko.
Eliminarun saludo
No sé. Lo de los propietarios que han vendido su alma por dinero me parece mucho decir, por ejemplo. Y esa idea de que todos somos culpables -tan católica y apostólica-, pues también. El artículo me parece interesante, pero no pasa de ser un punto de vista, me temo. Me faltan otros. En lo que coincido es en las lágrimas de cocodrilo de los políticos, y añadiría que nunca deja de sorprenderme el estómago que tienen. Ni una pitón!!.
ResponderEliminarHola Sr. Anónimo, evidentemente en este artículo expongo una opinión personal, que como toda opinión puede ser discutible. Lo que no son discutibles son los datos, tanto para el tema de las plantaciones de eucaliptos como para las motivaciones de los incendios. En el caso concreto de los eucaliptos y esa venta de alma, hay cientos de trabajos, no solo de biología y ecología forestal, sino económicos, que dicen precisamente que son una bomba de relojería ambiental y que desde el punto de vista económico solo son rentables a corto plazo y que después de tres cortas su rentabilidad es cero, aparte de que después de esas tres cortas el suelo queda tan alterado química y biológicamente que es mucho más difícil que arraiguen otras especies de plantas. En cuanto a la idea apostólica y romana, lo que tú digas, no se si es católico, budista o indostaní, pero lo que es evidente es que aquí hay muchos culpables, no solo el que enciende la llama y entre ellos, la mayoría de la población que tiene una memoría muy frágil, y que dentro de un par de semanas ya se habrá olvidado de todo esto y ya no será una prioridad. En cuanto a los políticos, no nos engañemos, son el reflejo de la sociedad que los votas. Los políticos corruptos son propios de una sociedad corrupta, que es la que los pone y los perpetúa en sus cargos.
Eliminarun saludo
Qué horror! Qué horror! No tengo ninguna fe en mis semejantes. Esto se va al garete a velocidad de crucero. Pobres hijos y nietos nuestros--no hay futuro. En mi escritorio tengo 2 fotos (de 2 pintadas) sacadas por mí en Doñana y partes circundantes; una reza "ecologistas gilipollas" la otra "doñana fuego". Las tengo bien a la vista no vaya a ser que algún día me diese un ataque de esperanza.
ResponderEliminarYo cada vez tengo menos, pero no hay que desesperar, sino vamos jodidos.
Eliminarun abrazo
Magnífico David, triste, desesperante y sin remedio para la humanidad ni para nuestro entorno. También siento no poder ser más optimista.
ResponderEliminarHola Rosa, pues aunque cueste en el fondo si que creo que hay que ser optimista, es lo que nos queda.
Eliminarun saludo
Memoria muy frágil y que no tienen ni idea de lo que pasa. Además de no distinguir un cerdo de un erizo. La educación........ crucial........ ya no sé.
ResponderEliminarDolor y rabia infinita. Gracias David. Hoy te escuche en la luciérnaga. No te canses.
Un abrazo,
Amor
Hola Amor, si me canso, no te creas, hay veces que es como darse cabezazos contra una pared, pero hay que seguir, no queda otra.
Eliminarun abrazo
Bravo David,
ResponderEliminarDa gusto leerte.
En relación a los propietarios, habría q empezar por hacer cumplir la ley de Montes. Me refiero a las normas relativas a cortafuegos, distancias del arbolado a núcleos de población, accesos y ratios mínimos de especies autoctonas, normas q no conozco y por tanto no sé si son apropiadas y suficientemente exigentes. De igual forma q estamos obligados a cumplir normas urbanísticas cuando hacemos una reforma en nuestra vivienda, debemos hacerlo también si somos poseedores de un terreno forestal, q a fin de cuentas alberga un patrimonio de todos. Pero esto solo es parte del problema.
Saludos.
Hola Pablo, el problema tiene muchas caras, pero quizas lo grave sea que hay muchos que se empeñan en no ver el problema, y hablan de oleadas de incendios cuando es evidente que mientras no cambien muchas cosas, esto se volverá a repetir, desgraciadamente más pronto que tarde.
EliminarSaludos
Hola david,
ResponderEliminarMe gusta especialmente éso de "vendieron su alma al diablo". Porque ésa es la pura verdad y la razón principal de todo ésto , en cuanto a plantaciones masivas de crecimiento se refiere. El propietario, no estima en absoluto su terreno-propiedad, y así de fácil lo tienen los empresarios de las papeleras. Todo ello con el beneplácito de los encargados de gestionar los montes, qué menos aún aprecian el territorio por el que deberían velar para conservar en las mejores condiciones. Todo un despropósito de los políticos, que no hacen política, si no, sólo buscan perpetuarse en unos cargos en los que ganar un suculento y fácil sueldo. Un abrazo
J. A. García Fernández
Hola Jose, yo lo tengo claro, pero se ve que hay mucha gente que aún sigue pensando que no. En cuanto a los políticos, qué te voy a contar que no sepas de sobra.
Eliminarun abrazo
David, enhorabuena por el programa de radio, no sólo explicas todo perfectamente sino que tienes una voz que me encanta. Ojalá te hayan oido muchos asturianos, la sociedad necesita más gente cono tú. Un abrazo y a seguir luchando.
ResponderEliminarGracias. El problema es el de siempre, que la memoria es muy frágil y desgraciadamente en poco tiempo ya pocos se acordarán de todo esto. Hasta la próxima vez.
EliminarUn saludo
Totalmente de acuerdo. Los paisanos de los pueblos ya no limpian los caminos al pasar por que ya no pasan. Las fincas dejan de ser usadas para lo que siempre sirvieron y ahora solo piensan en sacarles rentabilidad de alguna manera. Si no valen para edificar o no les dejan, plantación de ocalitos o pinos. Y si no...pues cerilla cada dos años. En un artículo publicado en.prensa sale un ingeniero forestal y algún propietario alegando que los incendios no atacaron los eucaliptos de la franja costera, que por algo será... Pues lo has dejado claro, no ardió por que no se le puso llama, por que si no hubiera ardido como en 2015. A ver lo que tarda en aparecer el de ENCE por algunos pueblos ofertando plantones, y a lo mejor de una especie mejorada genéticamente para resistir al fuego, y ya convencemos del todo. No se respeta ejemplares centenarios y se los tala para quitarlos de fincas y meter un tractor, o aparcar un coche... Tanto respeto que dicen tener por sus pueblos, montes y tradiciones y luego aparecen los vertederos de plástico de empacar, los de muebles y escombros de construcción en cualquier riachuelo. Vil metal....un saludo
ResponderEliminarALBERTO
Hola Alberto. Gracias por tu mensaje. Los que queman tienen muchas caras,no hay solo una. Y en estos últimos incendios creo que vimos una de las caras más feas.
EliminarUn saludo
jamas me había sentido tan comprendido entre tanto interés, tanto catedrático prepotente, tanto analfabeto medioambiental aparecies tu y mario Quevedo..desde Fuentidueña de tajo te saludo,cuando puedas visita nuestra web, magnificos escritos...salud
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