La contaminación ambiental ha estado ligada al ser humano desde que éste empezó a quemar madera para calentarse. Si bien es cierto que la contaminación producida por las primeras sociedades humanas se puede considerar despreciable, a mediados del siglo XIII ya hay constancia de que empezaba a ser un problema, cuando el rey Eduardo I de Inglaterra prohibió la quema de carbón en las calefacciones de Londres debido al intenso humo que producían y que causaba malestar en la población.
Imagen de Londres tras "El gran Smog" de 1952. Fuente: A Sketch Of The Past
El problema de la contaminación del aire se agravó a partir de la revolución industrial, debido a que gran parte de las máquinas necesitaban quemar combustibles fósiles, sobre todo carbón, para que pudieran funcionar. Durante años, las máquinas estuvieron escupiendo residuos tóxicos mientras la mayoría de la población se iba acostumbrando, hasta que en la semana del 5 de diciembre de 1952, tras una inusual tormenta de nieve que duró varios días, con las calefacciones de carbón trabajando ininterrumpidamente, Londres se despertó envuelta en una nube que no dejaba ver a menos de un par de metros de distancia.