Los osos pardos (Ursus arctos) son animales omnívoros, aunque la parte mayoritaria de su dieta es vegetariana. De todas formas, pueden cazar vertebrados, no siendo raro que capturen crías de ungulados y frecuentemente consuman carroñas. Aunque pueden matar algunos animales domésticos, la mayor parte de las daños están relacionados con la destrucción de colmenas para comer la miel que contienen.
Su alimentación está muy condicionada por las estaciones y los cambios de la vegetación. En primavera, los osos consumen grandes cantidades de hierba, sobre todo brotes de gramíneas y umbelíferas, que alternan con otras plantas propias de prados húmedos y larvas de hormigas y otros insectos que encuentran tras voltear piedras y troncos de árboles muertos. A medida que avanza el verano, los osos empiezan a consumir frutos carnosos, como cerezas y arándanos, pudiendo acercarse a los pueblos en busca de frutales. El otoño es una estación crítica, ya que pasan por una fase de hiperfagia en la que deben comer mucho para acumular las reservas necesarias para pasar el invierno. Es la época de las bellotas de roble y encina y de los hayucos y un otoño con poca fructificación, como ocurrió el año pasado, puede ser muy problemático para ellos y sobre todo para las hembras preñadas que parirán en la osera durante el invierno.
Los últimos meses de este año ha llovido abundantemente en la cordillera cantábrica, y a las puertas del verano, los montes siguen verdes y repletos de vegetación, cuando en las mismas fechas del año pasado ya estaban secos y agostados. Las condiciones meteorológicas también han influido en el ciclo de vida de los osos, y hace tan solo una semana aún se veían algunos celos en nuestras montañas.
Hace unos días, en una ladera empinada de la cordillera cantábrica, una osa comía hierba sin cesar poco antes de oscurecer. Después de un día caluroso, había esperado a las últimas horas, cuando empezaba a refrescar, para salir de su encame en el bosque y empezar a alimentarse. Unos días antes, esa misma osa estaba acompañada de dos machos que la seguían continuamente para no dejar pasar sus últimos días del celo y asegurar su paternidad. Ahora, una vez sola y tranquila, ya tenía todo el tiempo para comer, recuperar fuerzas y acumular reservas.
NOTA: las imágenes han sido tomadas con una cámara Canon PowerShot SX60 HS (1.365 mm equivalentes en 35 mm) y posterior recorte, a más de 700 metros de distancia y sin interferir en ningún momento con el comportamiento del animal.
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