Estos días apareció en la prensa una noticia que confirma por enésima vez que en Asturias la falta de rigor en la gestión medioambiental, en este caso de los salmónidos, es la seña de identidad. Aparte de eso cada vez es más evidente la ignorancia supina que rodea a todas las actuaciones que se están llevando a cabo y la dejadez absoluta de la Administración asturiana, que ha puesto en manos de las asociaciones de pescadores el peso de esa gestión.
En el artículo al que me refiero, que es demencial de principio a fin, se vuelve a repetir el absurdo descubrimiento por parte de la Asociación Asturiana de Pesca de una nueva especie de trucha en un pequeño arroyo del concejo de Aller (Asturias), algo que ya se había comentado en 2009. Para confirmar el hallazgo se apoyaban en un argumento demoledor: las nuevas truchas "tienen una marca en la cabeza en forma de T y gran capacidad para mimetizarse con el entorno". Pero además, en ese artículo se dice que se están soltando estos peces sin control "por todos los cauces de la comunidad" después de haberlos criado en una piscifactoría, sin que aparentemente medie ningún estudio científico ni permiso para hacerlo. Y es más, que todos los individuos que se están soltando proceden de 30 parentales capturados en 2009.
Pero vayamos poco a poco.
Pero vayamos poco a poco.