La mayoría de los seres vivos pasan por un periodo de juventud antes de alcanzar la madurez sexual y poder reproducirse. Ese periodo pre-reproductivo, en el que las tasas de mortalidad son muy elevadas, puede ser de tan solo unos días en algunos invertebrados o de varios años en muchas especies de aves, peces o mamíferos, e incluso puede durar más de 150 años, como ocurre con el tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus) que con más de 400 años de esperanza de vida es el vertebrado más longevo conocido.
Pero no todas las especies siguen ese patrón, por ejemplo en el caso de muchas especies de salmónidos, los machos presentan una estrategia reproductiva alternativa muy curiosa. Por una parte, maduran "normalmente" después de pasar por una fase de crecimiento, que puede durar entre 2 y 5 años, tras la cual desarrollan unos caracteres sexuales secundarios, que en el caso de algunas especies como el Salmón atlántico (Salmo salar) incluyen importantes modificaciones de la estructura del cráneo y las mandíbulas y un cambio notable en la pigmentación. Estos grandes machos reciben el nombre de hooknose en inglés, en referencia al gancho de su mandíbula inferior. En el caso de las truchas, los machos también pueden desarrollar un gancho, aunque los cambios morfológicos son menos aparentes que en los salmones.