Aunque hayamos escuchado miles de veces el dicho de que una imagen vale más que mil palabras, lo cierto es que no es nada fácil condensar en una sola imagen un mensaje, que incluso puede poner en riesgo al autor de dicha imagen, sobre todo si el personaje en cuestión tiene un cargo relevante.
Como curiosidad, unos meses antes de que Mingote dibujara esa viñeta, Manuel Fraga Iribarne mató un macho de urogallo en los Ancares, de los pocos que quedaban ya en Galicia. La historia tuvo mucha repercusión, porque una vez que se corrió la voz de que el que hasta hacía tan solo dos años había sido ministro de Información y Turismo iba a irse de cacería a esa zona, porque ya le tenían ojeado un urogallo para que solo tuviera que apretar el gatillo, un grupo de naturalistas de la Asociación Española para la Ordenación del Medio Ambiente (AEORMA), cuyo fundador era el catedrático de economía Ramón Tamames, decidió aguarle la fiesta.
Los urogallos se siguieron cazando legalmente hasta 1980, cuando se prohibió su caza. Hasta entonces, el ICONA daba permisos para cazar un número determinado de machos, por ejemplo, en 1976 se dio permiso para cazar 49 machos para lo que se recibieron 2.350 solicitudes.
Tantos años de caza, centrada sobre todo en los machos, tuvieron como consecuencia la reducción de la variabilidad genética de la especie dando como resultado un cuello de botella poblacional. Los resultados del trabajo publicado en 2015 en la revista Conservation Genetics, confirmaron que la pérdida de variabilidad genética se produjo antes en el ADN nuclear que en el mitocondrial, lo que indicaría que los machos se vieron más afectados que las hembras, ya que el ADN mitocondrial se hereda exclusivamente por vía materna.
Volviendo a la viñeta con la que comenzaba este post, aparte del importante documento gráfico que representa, no se debe olvidar que en 1971 Franco aún no había muerto, Fraga hacia dos años que había dejado de ser ministro de Información y Turismo, y Mingote tuvo la sorna, el valor y también la inteligencia de llamarlo exterminador sin nombrarlo.