Actualmente sólo se puede acceder libremente a los muelles de Rendiellu, que es donde se encuentran los barcos de pesca y la rula.
Hoy por la tarde me fui a dar una vuelta hasta la playa del Arbeyal y hasta el Musel con la intención de probar suerte, y como era previsible aparte de gaviotas patiamarillas, sombrías y reidoras, casi no había ni rastro del resto de de aves marinas que hace unos años invernaban en el puerto. Un alca (Alca torda) nadaba entre los barcos, buceando frecuentemente en busca de peces y arriesgándose a picar en una de las muchas cañas de los pescadores aficionados que se encontraban dispersas por los muelles. Según me comentó uno de los pescadores, hace unos días una de ellas mordió uno de los anzuelos pero afortunadamente pudieron liberarla sin daños de consideración.
Un poco más lejos, un cormorán moñudo de primer año (Phalacrocorax aristotelis) también aprovechaba para pescar. Esta especie, al contrario que el Cormorán grande (Phalacrocorax carbo) que es muy abundante en puertos y rías, no suele frecuentar estas aguas, prefiriendo las costas rocosas y batidas. Aun así, durante el invierno, algunos juveniles se refugian en los puertos en días de temporal e incluso algunos permanecen en ellos durante varios meses.
Charrán patinegro (Sterna sandvicensis)
Al atardecer, un grupo de Charranes patinegros (Sterna sandvicensis) hacía picados entre los barcos pescando pequeños peces y chillando insistentemente.
Poco antes de marcharme pude ver un Colimbo grande (Gavia immer) que nadaba muy lejos. Hace unos años esta especie era muy abundante en el puerto pero ahora sólo unos pocos individuos pasan el invierno en la bahía de Xixón.
Ya quedan muy lejos aquellos días, a mediados de los años 80 cuando en un par de horas se podían ver eideres, serretas, haveldas, negrones y otras muchas especies, y en los que cada vez que nos asomábamos a un dique siempre esperábamos que apareciera un colimbo, que casi siempre aparecía. Seguro que muchos de los que por aquel entonces andábamos con los prismáticos rusos de 8x30 de mil duros, sin telescopios, ni cámaras y moviéndonos en autobús nos seguimos acordando. ¡¡ que vieyos somos !!
Ya quedan muy lejos aquellos días, a mediados de los años 80 cuando en un par de horas se podían ver eideres, serretas, haveldas, negrones y otras muchas especies, y en los que cada vez que nos asomábamos a un dique siempre esperábamos que apareciera un colimbo, que casi siempre aparecía. Seguro que muchos de los que por aquel entonces andábamos con los prismáticos rusos de 8x30 de mil duros, sin telescopios, ni cámaras y moviéndonos en autobús nos seguimos acordando. ¡¡ que vieyos somos !!
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