En la rasa del Cabu Bustu (Valdés, Asturies) un Cernícalo común (Falco tinnunculus) vigilaba atentamente lo que ocurría bajo el poste donde estaba posado. Al cabo de unos minutos se lanzó al suelo y se quedó allí quieto como si nada hubiera ocurrido. Pasado un rato levantó el vuelo con un ratón entre las garras y se fue a devorarlo a otro de sus posaderos.
Los cernícalos son grandes cazadores de roedores e insectos y junto a otras rapaces y mamíferos, como por ejemplo los mustélidos, son el mejor aliado de los agricultores para el control de las plagas. Muchos de estos agricultores y muchos políticos no lo ven así y prefieren usar venenos y pesticidas que son la solución más fácil aunque también la más desastrosa. Desgraciadamente los venenos causan la muerte no sólo de los ratones a los que van dirigidos, sinó de todos los animales que se situan en los escalones superiores de la cadena trófica.
Hace un par de años la famosa plaga de topillos que se produjo en Castilla provocó una de las mayores mortalidades de rapaces y otras especies debido al uso indiscriminado del veneno. La propia Junta de Castilla y Leon se encargó de envenenar 20000 hectareas de monte sólo en la provincia de Palencia, presionada por las juntas de agricultores, provocando un desastre ecológico mayúsculo y sin lograr acabar con la plaga. Muchos cernícalos y aguiluchos que se hubieran encargado de controlar las poblaciones de topillos murieron envenenados y sus poblaciones tardarán muchos años en recuperarse.
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