Debido a esto resulta más sorprendente ver a un ave de 40 cm en medio de una ciudad. El Ostrero (Haematopus ostralegus) es un limícola que suele encontrarse en playas y estuarios, buscando gusanos marinos o crustaceos y moluscos enterrados en la arena o fijados en las rocas.
Desde hace unas semanas, un ostrero se deja ver a corta distancia en los jardines que rodean el aparcamiento del estadio del Molinón, en Xixón (Asturies). Parece que ha descubierto una manera sencilla de conseguir gran cantidad de lombrices que extrae de la tierra húmeda con sorprendente facilidad. Mientras tanto, coches y personas pasan a su lado sin que se presten atención unos a otros. El ostrero se siente seguro, como si supiera que en el medio de la ciudad no corre peligro, lo mismo que sucede con los patos salvajes que pasan el invierno en los estanques del vecino Parque de Isabel la Católica. Esos mismos patos cuando vuelan a la playa o a los embalses cercanos vuelven a mostrar el comportamiento de temor hacia el ser humano, lo que afortunadamente puede salvarles la vida, teniendo en cuenta la gran cantidad de escopetas que los están esperando.
Aupa:
ResponderEliminarNo hace mucho comentábamos esa característica de ese parque urbano. ¿Por qué las aves se dejan acercar tanto en ese lugar y fera de ahí no?
A ver si tu como visitante asiduo puedes arrojar algo de luz a las divagaciones vertidas al respecto.
Enhorabuena por tu blog y mas por sus contenidos que lo hacen muy agradable de visitar,
Saludos,
Jesús Menéndez.
Hola Jesús,
ResponderEliminarque tal te va? gracias por pasarte por aqui. Pues la verdad es que no tengo ni idea de por qué los bichos salvajes se muestran más confiados en los parques, no sólo en este. Está claro que se dan cuenta de que no hay peligro. Ocurre en otras ocasiones, por ejemplo las avutardas se acercan a los tractores y los limícolas a los mariscadores pero como estes tú por ahi se piran.
un abrazo
David
Buenos días.
ResponderEliminarPermitidme la contribución después de tanto tiempo. Creo que se nos pasa por alto la capacidad de las aves (en este caso) de juzgar las intenciones de un humano, al igual que nosotros somos capaces de hacer cuando nos cruzamos con un perro, y de obrar en cosecuencia.
Saludos
Juan
Juan, al menos a mi no se me pasa por alto. Son muy conscientes de nuestro comportamiento y actúan en consecuencia. Saben perfectamente cuando somos peligrosos y cuando no lo somos.
Eliminarun saludo