Uno de los recuerdos que tengo grabados en la memoria es el de las noches de verano en Novellana cuando era un niño. Las tardes se alargaban hasta que se ponía el sol y no importaba que se hiciera de noche, porque allí en el pueblo teníamos permiso para trasnochar. Poco después de que oscureciera, los prados y los muros de alrededor de mi casa se llenaban de las lucecitas verdes de las luciérnagas. Había noches en las que llegábamos a contar más de 50 en unos pocos metros. Una de esas noches cogí una y después de posarla en la palma de mi mano me di cuenta de que en realidad esas luces mágicas tenían su origen en un pequeño escarabajo al que se le encendía el culo, o eso pensé yo entonces.
No parecía demasiado romántico, pero en el fondo sí que lo era, ya que años más tarde leí en un libro que aquellos escarabajos que desprendían luz eran hembras que de esa forma trataban de atraer a los machos para que se aparearan con ellas. Una vez conseguido su propósito se apagaban y se marchaban a poner sus huevos. Las luciérnagas son capaces de producir luz gracias a la presencia de una molécula compleja, la luciferina, que se localiza en la parte trasera de su abdomen y que reacciona con el oxígeno gracias a la acción de la enzima luciferasa. Este proceso recibe el nombre de Bioluminiscencia.
Hace tiempo que me empecé a dar cuenta de que algo había cambiado en las noches de verano. Ya no veía luciérnagas aunque pensaba que lo que ocurría era que no me fijaba en ellas como cuando era un niño, pero que seguramente seguirían allí y me habrían pasado desapercibidas. Pero desde hace un par de años, cuando vuelvo en verano, salgo de noche a buscarlas y el resultado es siempre el mismo. Ya no hay luciérnagas en Novellana.
Lucíernaga (Lampyris noctiluca) fotografiada con su propia luz
El lunes de la semana pasada, después de ponerse el sol vi una lucecita verde en la acera que rodea a mi casa. No había duda, no todas habían desaparecido, aunque la abundancia del pasado se había reducido a ese único y pequeño bichito que encendía su bombilla esperando a que apareciera por allí algún macho despistado.
Lo primero que hice al descubrirla fue avisar a mi hijo Jacobo para que viera con sus ojos la lucecita mágica que vi por primera vez cuando yo era un niño como él. Cuando nos acercamos, encendí un instante mi linterna y pudo descubrir al escarabajo que estaba detrás de la misteriosa luz verde. La apagué rápidamente para no molestarla y allí nos quedamos un rato a oscuras, viendo como ese puntito sobre la acera se movía como si tratara de decirnos algo. Poco después nos marchamos, pero la luz siguió encendida hasta que nos fuimos a la cama.
Lo primero que hice al descubrirla fue avisar a mi hijo Jacobo para que viera con sus ojos la lucecita mágica que vi por primera vez cuando yo era un niño como él. Cuando nos acercamos, encendí un instante mi linterna y pudo descubrir al escarabajo que estaba detrás de la misteriosa luz verde. La apagué rápidamente para no molestarla y allí nos quedamos un rato a oscuras, viendo como ese puntito sobre la acera se movía como si tratara de decirnos algo. Poco después nos marchamos, pero la luz siguió encendida hasta que nos fuimos a la cama.
Hembra de luciérnaga (Lampyris noctiluca) fotografiada en las Islas Cíes en 2013
La noche siguiente me acordé de la luciérnaga y al acercarme al lugar donde la había encontrado comprobé que allí seguía con su luz encendida. Era evidente que ningún macho había pasado por allí y tenía que seguir intentándolo mientras tuviera fuerzas. Si no se apareaban con ella moriría sin poder poner sus huevos, ya que aunque su fase larvaria puede durar más de dos años, cuando se metamorfosean en adultos solo disponen de un par de días para aparearse antes de morir.
A la noche siguiente, dos días después de que la viéramos por primera vez, volví con Jacobo a buscarla y allí seguía, aunque su luz ya era mucho más tenue y nos costó encontrarla. Una hora más tarde la luz ya no estaba y al encender la linterna encontré al pequeño escarabajo muerto entre las piedrecillas de la acera.
Detalle del abdomen iluminado de una luciérnaga
En el vídeo anterior podéis ver algunas imágenes que he grabado de la luciérnaga de Novellana, así como unas fotografías de otra hembra fotografiada en las Islas Cíes hace unos años y que tuvo más suerte que ésta, ya que unos minutos después de encender su luz aparecieron varios machos y uno se apareó con ella.
Apareamiento de luciérnagas en las Islas Cíes
En 1962, Rachel Carson publicó el libro "La primavera silenciosa" en el que alertaba sobre los efectos nocivos del empleo masivo de productos químicos como los pesticidas, sobre todo del DDT. En este libro, Carson analizó la cascada de acontecimientos que tuvieron lugar tras la pulverización de DDT en una localidad de EEUU con el fin de acabar con una plaga de escarabajos. Los escarabajos muertos fueron consumidos por las aves insectívoras y muchas de ellas murieron, pero no solo eso, sino que las que sobrevivieron no lograron reproducirse ya que el DDT afectó a la cáscara de los huevos, que no se endurecía lo suficiente y se rompía durante la incubación. Rachel Carson predijo que si se seguían empleando estos pesticidas, en unos años desaparecerían muchas especies de aves y la primavera perdería su banda sonora para siempre. Aunque ese libro consiguió remover muchas conciencias y que finalmente se prohibiera el uso del DDT, ese pesticida ha sido sustituido por otros productos que siguen causando efectos muy nocivos sobre la fauna y sobre nosotros mismos. Y si todo continua así, no solo la primavera será silenciosa sino que los veranos perderán parte de su magia para siempre.
NOTA: haced clic en las fotos para verlas mejor.
Lo del DDT,no es sino un ejemplo significativo de todas las tropelías que estamos cometiendo contra el medio ambiente con todo lo que ello significa.En ese caso,los efectos adversos fueron tan evidentes,que a las autoridades no les quedó otro remedio que su prohibición,pero cuantos productos no se estarán empleando en la actualidad,con "contraindicaciones" no tan conspicuas,o que,simplemente, tardarán años,sino décadas,en mostrar sus efectos,de forma que cuando seamos conscientes de los mismos,ya será tarde . Lo repito una y otra vez: no tenemos remedio.Y lo peor es que en el pecado tendremos la penitencia.Al tiempo.
ResponderEliminarSaludos,David
Hola Justo,
EliminarLa prueba más evidente la tienes en el uso masivo de herbicidas, como el glifosato, que aunque ya se ha confirmado que es nocivo para muchos animales e incluso para nosotros, se sigue usando indiscriminadamente.
saludos
Hola David,
ResponderEliminarSólo quiero darte las gracias por tus post siempre interesantes. Aunque no suelo participar los sigo con interés y creo que tu aportación es importante.
Por cierto, mi experiencia con las luciérnagas es semejante a la tuya pero aún he visto la última en la Peral.... a 1400m. Algún día debemos buscarlas juntos y repetir charla y cena
Un abrazo
Hola Jorge,
Eliminarsomos muchos los que pensamos lo de las luciérnagas. Como son más visibles, su ausencia es mucho más patente, pero me imagino que pasará lo mismo con muchísimos insectos que no se ven tan fácilmente.
Ya repetiremos la cena y a ver si hacemos de una vez la excursión que tenemos pendiente con Arturo a la cueva de hielo.
un abrazo
Cierto. Es alarmante la desaparición de las luciérnagas. En el pueblo donde vivía (Mejorada, Toledo) hace 15 años las veía de vez en cuando pero pasaron unos años y no he vuelto a verlas. Es alucinante como han desaparecido. Los culpables, sin duda, los insecticidas.
ResponderEliminar(Cómo nos acordamos de Novellana, David)
Un abrazo también para Ara y Jacobo.
Miguel Ángel de la Cruz
Hola Migue,
Eliminarya veo que no pasa solo en el norte. Además de los insecticidas a las luciérnagas les afectan mucho los venenos de los caracoles que se echan indiscriminadamente en huertas y jardines. Y los helicidas no solo matan a las luciérnagas, también a muchos animales que se alimentan de caracoles, como los mirlos y los zorzales. Una gran putada.
Nosotros también nos acordamos mucho de vosotros, y ya sabéis donde tenéis casa cuando os apetezca pasaros por aquí.
un abrazo!!!
La disminución de insectos es evidente. Antes, en el verano, volvían opaco el parabrisas del coche en unos cuantos Km. cosa que no pasa ahora. Como consecuencia la disminución de pájaros insectívoros también es también notable.
ResponderEliminarHola Toyos, si que es evidente y mucha gente parece que no se da cuenta. Y sin insectos no hay vida posible, desde los polinizadores, a los detritivoros, todos son piezas claves del ecosistema, y sin ellos lo llevamos muy crudo.
Eliminarun saludo
Es cierto que ya apenas se ven luciernagas, hace unos años cuando era niño en mi pueblo eran abundantisimas, recuerdo ir
ResponderEliminarpor la noche con la bici y ver las cunetas encendidas, habia tantas que hasta se me ocurrio que si las metia en un tarro podria fabricar una linterna (afortunadamente no lo hice)
Hola Enrique, al principio pensaba que era una paranoia mía, que era yo el que no las veía por alguna razón que se me escapaba, pero me doy cuenta de que es algo generalizado, y hay sitios en los que han desaparecido por completo.
Eliminarun saludo